martes, 16 de agosto de 2016

nadie me preguntó

ENSAYOS DE RESPUESTAS PRETENCIOSAS PARA LAS PREGUNTAS DIFÍCILES QUE SIEMPRE INTUÍ QUE SE ESCONDÍAN EN LAS PREGUNTAS FÁCILES QUE, JUSTAMENTE POR ESO, NUNCA SUPE CÓMO RESPONDER



*

A veces te levantas con ganas de escribir.
A veces no.
Lo importante no son las ganas.
Lo peligroso es si igual necesitás hacerlo.
Si la necesidad supera las ganas estamos hablando de algo grave.
No hay otra cosa que sepa hacer mejor.
En ningún otro lado me siento más cómodo.
Si no tuviera razones para venir acá, las inventaría.
Eso.
Sin importar si de verdad lo hago bien.
Sin importar qué otras cosas no probé.
Si las ganas las inventás estás haciendo trampa.
No está mal.
A veces tenés ganas de pegar.
Otras, ganas de pegártela.
Es una adicción.
Si no lo manejás te pasa por arriba.
Podría estar fascinado durante horas frente a una hoja en blanco.
Sin planes.
Aspirándome los renglones.
Usándolos de liyos para ideas estúpidas
maravillosas
poco prácticas
vagas
épicas
dedicadas a un alguien que está por ahí.
Pero me ofendo cuando se confunde al personaje con el autor…
Para mí que me tendrían que internar.
Una granja donde no pueda escribir.
Y después me imagino en un bondi, vendiendo lapiceras.
Luchando contra mis demonios.
Día y noche.
Noche y día.
Voy a terminar muchas madrugadas en estado deplorable:
destapando bics sin vender
gastándolas en paredes,
dibujando mi cuerpo como un conjuro.
Las mañanas me van a recibir con culpa.
Como cuando los paqueros recuperados
se despiertan después de haber matado el bajón comiendo pepas.
La sensación de que todo vuelve a empezar.
Ahora me pasa lo mismo que me pasa en el futuro que me imagino.
Estoy imaginando mal.
O no tengo otro futuro.
O será, simplemente,
que no tengo ganas:
tener que hacerlo es mi vocación.
Y ya.

*

No estoy buscando nada que me absorba, no estoy buscando una salida, no estoy buscando que una gran aspiradora cósmica se proyecte sobre mí y me saque de la alfombra del existir; ni siquiera me considero tan minúsculo, ni siquiera creo que mi carácter de polvo interestelar sea algo malo, no estoy dramatizando mi existencia, no estoy apilando pensamiento tras pensamiento con ansias de crear la Torre de Babel de la telepatía, no estoy forzando las entradas mágicas con largos hechizos. Quiero pertenecer a mi tiempo presente. Quiero que hagamos la conspiración, no la guerra. Quiero que mi imaginario pueda desplegarse en paz, pueda plancharse sobre el césped de la realidad, pueda brindarme el confort de una merienda al aire libre, un picnic saludable y excesivo, esos lugares tontos de los que no tendría que ser obligatorio volver. ¿Nunca te imaginaste nunca volviendo a tu casa? ¿Nunca te imaginaste quedándote para siempre ahí, con el sol escaneando tu imagen, para volverla imagen y semejanza, con la suave brisa llenándote los poros de fantasmas, de escalofríos, con el rocío volviéndose néctar en tus manos? ¿nunca te imaginaste una salida de domingo que, de pronto, dure para siempre? Yo lo pensé muchas veces. Llegué a pensar que quizás esa es la enseñanza: si escapas vas a ser libre… pero siempre va a ser domingo. ¿Valdría la pena? ¿Lo intentarías?

*

Escribo.
Escribo para matar el tiempo.
Para ganar tiempo.
Hay una frase medio conocida que no sé de quién es y seguro que internet tampoco sabe pero miente y dice algo así: “si un escritor se enamora de vos te volvés inmortal”.
En realidad, eso es a lo más cerca que llego. Sé que la frase original tiene otra fuerza, otro carisma, es más contundente.
Es cortita y al pie, como si la hubiera escrito un twittero capo.
Capaz que la escribió un twittero capo.
Seguro que si escribió eso escribió un montón de otras cosas mejores.
Porque tampoco es tan buena frase.
Es regular.
Pero listo, ya está, uno la tiene que citar porque alguien ya lo dijo.
A mi se me ocurren muchas formas de decir lo mismo.
Pero soy malo resumiendo.
¿Viste eso de “lo bueno, si breve, dos veces bueno”?
Bueno. No soy bueno. La historia breve es esa: no soy bueno.
Todo lo que hago es largo.
Salgo mucho tiempo con las personas, estoy mucho tiempo en un mismo laburo, sostengo como idiota todos los sueños de mi infancia.
Por eso escribo.
Porque puedo.
Porque estoy enamorado de escribir.
Por eso que yo voy a morir y la gente va a seguir escribiendo.
Es la secta secreta a la que pertenezco.
La secta a la que voy a traicionar hablando de más. Seguro.
Le miento a la realidad perteneciendo a la secta.
Le miento a la secta perteneciendo a la realidad.
Soy lo que hago con mi tiempo.
Soy un doble agente secreto.
Una articulación entre mundos.
Un conector.
Un fantasma en la máquina.
Un protocolo que nadie intuyó.
Un consciencia creada por accidente.
Como el alma
o el amor,
las cosas que más se pierden y se ganan.
Después del tiempo.

*

No sé cuál es la motivación definitiva.
Convierto esa ignorancia en la siguiente tésis: la motivación definitiva no existe… y el resto es un armario lleno de vestidos mohosos y apolillados con los que vestimos al destino diario que no para de querer ser grosero y quedar en pelotas y demostrarnos que todo lo que existe es obscenidad y que eso nadie va a censurarlo nunca a menos que… y ahí le metemos el bracito por acá, la patita por este otro lado, hacemos que pase la cabeza por el agujero de arriba y… listo, mirá, ya está disfrazadito el futuro de andá a saber qué cosa. De ahí, de ese momento en que el destino diario del destino diario es rascarse, alérgico,  hasta el momento en que todo vuelve a ser desnudez, hay una justificación. Una justificación aparente dentro de una motivación definitiva que ya expusimos inexistente. Entonces no hay un para qué y los por qué se derriten frente a nuestros ojos, como una ilusión peposa de mal viaje, como un flash horrible sobre un triste planeta llamado “se te fue el chiste de las manos”.

*

-Ché… ¿estás ahí?
-…sí… sí… perdón… Colgué.
-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Querés que te llame después?
-No, no… decime.
-Te pregunté qué hacías… y te quedaste callado…
-Ah… cierto… eso… eh… nada… estaba… eh…
-…
-…
-…
-…
-¡La puta que te parió!

*

NOTA DEL AUTOR: igual nadie me preguntó.

***

Y ese fue el truco para hablar con nadie sobre cosas que nadie te preguntó en el juego Paranoia de la consola Realidad.  
Espero que lo hayan disfrutado.

***



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