martes, 16 de agosto de 2016

el último vaso de vino

"SÓLO ME GUSTO YO MISMO" (*)



No sé cómo es que ciertos autores llegaron a mi vida.
Sí, claro, no sé cómo es que llegaron muchas cosas a mi vida, pero el tema de los escritores es algo que particularmente me intriga. A veces me cuelgo y mi mirada pasea por los libros de la biblioteca. Generalmente estoy pensando en cómo resolver tal o cuál nudo de una historia. Hace tiempo que lo hago. Escribir y pasear la mirada por los libros mientras resuelvo mis tramas. Me descubrí a mí mismo haciéndolo y sencillamente no me alarmé. Es más, hasta me pareció un modo bastante genuino de hacer trampa. Seguro que mientras creo que pienso, mis ojos, paseando sobre los libros, tiran un recuerdo en forma de imagen que yo confundo con epifanía. Escribo historias mirando libros. Lo acepté así. Al menos es algo que me sale. Hay quienes ni siquiera saben robar. No saber robar es una de las cualidades más horribles que puede tener una persona. Y si escribís es imperdonable.

*

En fin, estos recorridos visuales inconscientes por los caparazones de esas realidades alternativas me dejan una particular secuela. Hay épocas en las que me levanto por la madrugada con ansias desesperadas de ir a buscar un determinado libro. Es un ansia concreta que sin embargo es difícil de cumplir. Porque la lectura del autor o la obra en cuestión no me dispara respuestas sino que me envuelve en preguntas, me genera incertidumbre, diálogo. A veces la intensidad es sana. A veces es obsesión… como si todo un mensaje subliminal que me ayudó a crear un universo ficticio se desatara como un huracán dispuesto a arrebatarme la realidad.
Hay autores que ahora me parecen mejores. Hay autores a los que les di la mano, con mucho respeto, y luego los dejé hablando solos. A otros todavía les debo una voz… pero nos saludamos con la frente en alto cuando nos cruzamos. Resumiendo, genero una relación con los autores. Algunos pertenecen a una época de mi vida. Otros pertenecen desde determinada época de mi vida y aún están. Otros son bien de ahora. Otros vendrán. Están ahí.
Con esto voy a lo siguiente: no es loco que me pregunte, respecto a estos escritores, ¿cómo nos conocimos?

*

¿Conocía a Buko antes de entrar a Letras? No. Casi seguro que no. No se me ocurre quién pudo haberme linkeado la data… Crecí en una familia sin libros. Todos los libros que llegaron a habitar la casa de mis viejos eran míos, libros que me fueron regalando y luego yo me fui comprando. Eso también me abruma. Ni siquiera sé dónde es que me conocí con la literatura. En determinado momento ya estoy leyendo y tengo consciencia de mí. Soy lector. Empiezo a ser así.
Como sea: seguro fue cuando entré a Letras. Aunque también recuerdo al pibe que me hizo escuchar Nirvana… o el amigo que me presentó los Ramones. Ellos leían revistas de rock que yo les pedía prestadas… Enrique Symns. Capaz él. A él lo leí hablando de Buko. Ah, no… De Symns es el prólogo de la colección de poemas, esa que conseguí en Parque Rivadavia, esa que siempre presto y nunca recuerdo a quién y siempre vuelve a mis manos, de un modo u otro, porque el libro que se va sin que lo prestes vuelve sin que lo busques. Entonces... Ramones, los Ramones y Buko estuvieron juntos en una época. Buko y el punk… ¡Buko y Flema! ¡Eso! ¡Lo nombró Ricky en alguna entrevista! ¡Si incluso hizo un tema con uno de sus poemas! Pero… ¿seguro? ¿Así lo conocí? ¿Yo tomaba cerveza cuando empecé a leer a Buko? ¿Cuánto tardé en empezar a leer borracho a Buko?
¿Cuántas veces, borracho, escribí sobre él?

*

Como flashes:
Recomendé muchas veces a Buko. En una época Buko era la bandera de mi humillado corazón de perdedor hermoso. Después se me fue lo hermoso y adopté una postura que me hizo gritarle. Buko y yo nos peleamos. Yo haciendo drama. Él, boxeador. No soy un tipo duro. Sin embargo gané muchas peleas. Soporté rounds de los que estoy orgulloso. Cada vez que vi un ring me subí. Eso nadie va a poder negarlo. Ni vos, Buko. Me amigué después de releer a un Buko del que pocos gustan hablar. El Buko de Hollywood. Recuerdo eso y se me pone la piel de gallina.
También ayudó que yo me amigara mucho con Buko una tarde que pasé hace un par de años en la casa de una amiga a la que conocí en un recital en el que ella o yo le llevó al otro una copia de un docu de Buko que es re crudo y está re bueno y del que no me acuerdo el nombre. Esa tarde, con esa amiga, estábamos ultimando detalles de un ciclo literario que habíamos organizado en Témperley. Nos faltaban un par de detalles chiquitos y uno muy grande: el nombre del ciclo. Mi compañera, en un momento, iluminada, agarro un libro de Buko que reunía muchos de sus mini-ensayos y empezó a leerlos en voz alta. De ahí salió el nombre de ese ciclo, el primero y último que organicé. Un ciclo en el que terminé leyendo en estado de pepa. Todo hermoso. Se llamó: “Acontecimientos y Calamidades”. La vida misma.
También tuve una banda que se llamó: “Todos ellos saben…”, como un poema de Buko.
Respecto a ciclos literarios… leí poesías de Buko en varios lugares, delante de varios micrófonos. Sólo hice “covers” de Buko y de Luy. Sí, soy un clásico.
Hablé de Buko cuando estudié guión. Hablé de Buko en bares, con desconocidos. Hice amigos dentro del mundo de cine hablando de Buko. Hablé de Buko con mi viejo. Hablé mucho de Buko. Sigo hablando mucho de Buko. La verdad que ya no sé si lo sigo recomendando tanto… pero no porque no me guste… Pasa que ahora disfruto mucho más hablándolo.
Es como alguien al que conozco y menciono.

*

Hoy me levanté con sed de Buko. Busqué uno de sus relatos y como no pude acertar el libro en el que estaba, lo busqué por internet. Cuando lo hice descubrí que justo hoy Buko cumpliría 96 años.
La verdad es que no recuerdo con certeza cuándo leí a Buko por primera vez. No recuerdo quién me lo recomendó. Sé que él me habló de la Resaca cuando yo aún tomaba licores de frutilla y me dormía con carita de bobo pensando que eso era pegármela. Igual sí… eso también era pegármela... También me pasa que lo sigo asociando con el desconche… y sé que mi mirada adulta lo saca de ahí para hablar de otras cosas. Ahora soy un poco más alcohólico. Ahora entendí al niño que él no perdió. Ahora el romanticismo a mí también me pasa factura. Buko siempre me dijo cosas. Buko nunca perdió el humor. Creo que todos los que nos decimos escritores y crecimos en los noventas tuvimos nuestro “Momento Buko”. Todos lo copiamos pensando que era fácil… y sí… un par de párrafos los escribe cualquiera… pero si vas a ser escritor todo se te puede ir de un momento a otro… y si no se te va vas a tener que escribir mucho más que un par de párrafos. Te guste o no.

Y ni perder ni escribir es fácil.
No lo digo yo.
Lo dijo alguien que me enseñó muchas de las cosas que creo que sé sobre la cosa que creo que sé hacer.
Un tipo al que no sé cómo conocí, pero al que seguro voy a seguir conociendo a medida que crezca y yo también quiera decir cosas sobre lo que hago y por qué.

 *

En Hollwood, Buko ve cómo su primer novela es vuelta película muchos años después. Su juventud vislumbrada por la cámara de una juventud que no es tal. La ficción comiéndose a si misma. Recuerdos que se hacen historia ajena. La nostalgia que no es tal. Es una vida. La vida de un escritor vuelta ficción.
Bukowski y la literatura.
Bukowski y los que venimos después.
Bukowski, la persona y el personaje.
Un escritor que no me conoció y cuyos consejos adopté en muchas ocasiones.
Un escritor al que creo imprescindible pero al que creo entender más que otros.
Esa es parte de la magia inexplicable que aborda todo esto.

¿Nos conocemos, Buko y yo, o sólo se conocen nuestros yos inconexos e incompletos, los que precisan conocer a alguien para conocerse a sí mismos?
En lo particular, sin importar otra cosa, mucho menos el futuro, siento que no pude no haberlo conocido.
Por eso, el mensaje es simple: feliz cumple, aunque a él no le importe.

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