Hoy, DRAGONAUTA cumple 15 años.
Lo que sigue es la entrevista que le realicé a Fede Wolman en 2009.
La foto que ilustraba la nota original (publicada en SYHB) fue reemplazada por una más actual de Martín DarkSoul.
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EL JINETE EN LA ATEMPORALIDAD
Muertes y resurrecciones de un vaquero psicodélico
-PRÓLOGO: CREER-
Federico Wolman me recibe en su casa de
Chacarita con una anécdota contundente, previa en la que encapsula todo lo que
va a disparar en las siguientes dos horas y media. Será porque con el doctor
Wolman en cada instante está el todo, contenido, reflectante y luminoso. Una
partícula de polvo, bañada por el sol, o una gota de saliva cuando narra, en
éxtasis, caminando de un lado a otro, moviendo las manos de modo enérgico, sin
dejar de transmitir un aura de paz y tranquilidad. Sí, porque narra.
Narra una historia. Su historia. Se construye
leyéndose. Se escucha.
Y dice:
“Una vez vi a un flaco que se elevó a ésta
altura del piso [marca una distancia de medio metro entre palma y palma] y
quedó ahí, levitando un rato, ¿entendés? Y cuando le pregunté cómo lo había
hecho, dijo: “Hay algo que yo quiero de chico: volar. ¿Vos querés volar? Yo REALMENTE quiero volar”. Y esa es la
explicación más simple, más objetiva que puede haber. El deseo genuino que uno
tiene, del que no necesariamente sos consciente, es lo que configura tu
realidad”.
Bienvenidos al psico-fantástico mundo de Fede
Wolman, ex cantante de Dragonauta y actual chamán de El Festival de los Viajes,
una banda con una propuesta diferente y de galope cósmico.
-EL VIAJE: DESFRAGMENTACIÓN TOTAL-
“Hay teorías que dicen que todos tenemos un
propósito específico… Y ese propósito es algo matemático, algo que no podés
cambiar. Y la primer herramienta, no la única, para descubrir tu propósito, es
la carta astral. Hay algo escrito sobre vos. O algo que se está escribiendo...”,
reflexiona Fede Wolman mientras le da play a un disco que llena de voces
mántricas el ambiente.
De tal afirmación, que invita a la
introspección, se desprende una pregunta básica: ¿Conoce Fede Wolman su propósito?
La verdad… no. Lo que noto es que hay una vibra
hacia lo que es destrabar algo mayor… La idea es deshacerse de los karmas, de
los chicos a los más grandes, para poder vivir el después y, por sobre todo,
vivir en un presente real… El propósito es apagar el bocho en el buen sentido y
vivir en un presente absoluto que no es ni el pasado ni el futuro… aunque los
represente. Pero es mucho más.
¿El presente absoluto
es, entonces, una atemporalidad?
Claro, porque cuando estás en el presente estás
en un círculo donde no hay tiempo. Desarrollás herramientas. Yo con la música
busco LA sensación, esa sensación
donde estoy viajando en EL cable.[1]
Con fluidez, la conversación avanza y se centra
en torno a la película Enter the Void
(2009, peli francesa, del argentino Gaspar Noé que narra, entre muchas otras
cosas, la experiencia del alma luego de la muerte) y Fede concluye:
“Ya no sabés si es oscuridad total o luz total…
Es unir los opuestos: la desfragmentación total.”
El todo en todo y de
ahí a toda la escuela ocultista clásica y no tanto. Los opuestos se contienen
entre sí.
Exacto. Yo me doy cuenta de que soy un tipo que
habito mucho en mi cabeza: soy muy cerebral… Y si bien hay conceptos que puedo
entender intelectualmente, hay cosas que exceden ese marco y por eso que si vos
creés con cada célula de tu organismo que vas a volar: volás.
Creer de verdad implica
la desprogramación de esa parte que indica que aunque quieras y desees NO
PODÉS. Por eso que el creer de verdad implica mover el paradigma completo hacía
un nivel de re-estructuración.
Con esto me doy cuenta de que el cerebro atenta
un poco contra la integridad total, ¿no? Imagino que por cómo fue evolucionando
y cómo lo empujaron a evolucionar, llega
a un nivel en el que está, estamos, muy disociados de la vivencia real
del instante. El cerebro funciona en sincronía con la línea del tiempo… Todo el
tiempo está sujeto a eso. Y yo me doy cuenta de que cuando yo me muevo de mi
carácter cerebral, con la música, por ejemplo, llego a experiencias que son
increíbles.
-TRASPASAR EL UMBRAL: “EL MOMENTO CERO TAMBIÉN
ESTÁ EN VOS”-
Otra vez: pasás de
estar atado al tiempo al vacío de tiempo. Podemos decir, incluso, que ese estado
permitiría viajar en el tiempo, ¿no?
Claro. De hecho sucede. Cuando estás haciendo
lo que querés, viviendo el instante al cien por cien, el tiempo no existe. Hay
una integridad. Volviendo a eso del TODO… hasta tiene un valor científico… Hay
en la termodinámica una serie de axiomas, uno de ellos dice que la energía en
el Universo no se crea ni se destruye: es constante. Y fijate que con la teoría
de la relatividad hay quienes te dicen, claramente, que energía y materia son
la misma cosa. Entonces: el Universo nace… y esa energía del principio, esos
primeros átomos, son los mismos que te constituyen a vos. Por eso que no es
loco pensar que la información del momento cero también está en vos, porque
estás formado de eso, que nació ahí.
Una memoria total…
Los átomos que SOS están desde que nació el tiempo. ¿Y por qué no pensar que en
cada cosa está la información del todo?
¿Podemos acceder a esa
memoria?
Yo creo que sí. Vos ya sabés todo… Sólo que el
cerebro, por su propia genética, te prohíbe recordar.
La idea es, entonces,
al vivenciar de verdad, poder meter la mano, la cabeza, en ese manantial de
información...
Tal cual.
Puede sonar mal-intencionado y hasta pretencioso, pero, ¿por qué?
Mirá, haciendo retrospectiva, yo, por ejemplo,
de chico, quise hacer artes marciales… Y, ojo, yo soy un cagón… no era por todo
eso de las piñas. Lo evalúo y pienso que fue para adquirir esa disciplina de
estudiarse a uno para poder meditar, ¿no? Eso era lo que me gustaba… Igual soy
consciente de que hay gente que, sin necesidad de las preguntas, vive mucho más
en el presente de lo que yo vivo y viven una vida mucho más desfragmentada y se
pueden ver en un cien por ciento. Yo tengo la sensación de que es vital
acumular horas de vuelo en ese estado… Y creo que cuando acumulaste cierta
cantidad de horas accedes a un todo… cuántico. Hacés un salto.
¿Qué esperás de ese
salto? ¿O confías en el misterio absoluto? Por otro lado, ¿creés que vas a
reconocer ese salto o nunca salís del espiral?
A mi me encantaría ser una persona entregada al
misterio sin esperar ni proyectar nada… Sin generar expectativas. Yo creo que
el gran motor es el descontento con la realidad cotidiana, un vacío que sentís
y que buscás llenar… O, al revés, toparte con una sensación a la que querés
volver, porque te das cuenta que te acerca a algo, cuando decís: “nunca viví
una sensación como ésta… ¿por qué?” Quisiera entregarme al salto, pero sé que
aún hay muchas cosas que me mantienen plantado… pero imagino ese salto, cuando
se de, y lo imagino como una expansión total.
-HORAS DE VUELO: EL RITUAL-
Bueno, claramente,
desde el Fede chico al Fede actual se habrán acumulado horas de vuelo para tu
reserva… ¿qué encontraste?
Por un lado me di cuenta de que adquirí mucha
información: estudié mucho, en profundidad y, paralelamente, mis aliadas fueron
las sustancias psicoactivas, que fueron sensaciones extremas… una vivencia de
integración… y a partir de ahí empecé a identificar más claramente estos
estados y los comencé a buscar.
Yo siento, por cuestiones personales y
familiares, que me liberé de ciertos karmas, de miedos… Es eso. Puede sonar muy
maricón y pelotudo, pero el cerebro reconoce que hay dos sensaciones y
emociones: el amor y el miedo; y el resto son derivados… Yo nací vibrando en el
miedo y todo mi accionar fue desde el miedo… Y estas experiencias me dan la
chance de poder elegir y vibrar en la otra frecuencia. Pero bueno, también
depende de quién lo vea… En serio: la experiencia se puede redoblar todo el
tiempo.
Hagamos retrospectiva:
¿cómo llega Fede a la música, a esa herramienta que termina resultando tan
clave en su vida?
Fundamentalmente, de chico tenía muchas
barreras para entrar en sintonía con la gente… Estaba mucho tiempo solo… y
estando solo me encerraba a escuchar música… Siempre la música tuvo un efecto
sobre mí: me situaba en otra frecuencia, como te decía. Cada vez fui
aprendiendo a identificar qué música me servía más… y le dedicaba mucho… Me
ponía en receptor absoluto: escuchaba música durante horas… como meditando.
¿Se da de modo natural
el paso de ser receptor absoluto a, de
pronto, ansiar ser quien emite?
Para mi empezó como un juego… En paralelo con
algunos de los chicos de El Festival, con los que compartimos el secundario, y
con Daniel, el violero de Dragonauta, empezamos a sentir… o empecé a sentir…
que la frecuencia iba a ser más fuerte si me posicionaba en el otro lugar.
Desde muy chico ya me había seducido la idea de hacer… había querido estudiar
bajo, pero no me enganchaba… pero cuando lo tomé desde un lugar desprejuiciado,
desde el lugar de no esperar, hacer, de liberarme de expectativas que son
trabas, surgió eso de estar horas encerrados… desde ese lugar lúdico.
Lúdico y sagrado.
Exacto. Es mi forma de vivir mi religiosidad…
Un recital es un ritual, sin dudas. Y me empieza a pasar que no estoy pensando
en un objeto receptor… El receptor soy yo. Cuando me baja una letra o cuando
estoy tocando son momentos míos. Antes me pasaba que escuchaba a algún escritor
o científico o quien fuera, alguien muy iluminado, con ideas brillantes,
diciendo: “Viene de otro lado, viene a través de mí, yo sólo soy un canal”, y
me parecía muy pelotudo. Pero ahora lo veo como algo cierto… Para mi baja información,
y el canal y el receptor soy yo… si después hay otro receptor que vibra en esa
frecuencia, y eso se multiplica, la experiencia se hace más intensa. La energía
que empieza a vibrar en todos… es, no sé, muy grande…
Buscás el big-bang…
Cien por cien.
Entonces, si bien
habíamos dicho que la energía no se crea ni se destruye… ¿no estaríamos, en
cierto nivel, creando energía nueva?
(risas) Creo que sí. Es lo que hablábamos de la
creencia, pero en otro nivel: muchos tipos creyendo en algo… Y pueden modificar
todo. Si cierta masa crítica se activa, el fenómeno es para la humanidad
completa. Ese es el viaje, quizás… No lo puedo explicar porque es algo muy
energético… Amor en el sentido más cósmico: aceptar lo que es. No el amor en el
nivel de “amo todo, amo este mosquito…”. No, no lo amo un carajo, que lo acepte
(risas)
Desde un lugar más lúdico, la figura del chamán
me resulta súper seductora… Yo soy un tipo rígido desde lo corporal, aunque
cada vez menos, pero sé que lo soy… y me cuesta dejarme llevar por otro y eso
me hace posicionarme en otro lugar, donde está mi goce, lo que me ayuda a crecer,
que es mi desafío.
-EL CHAMÁN I: VIBRAR-
Conocés tu lugar
sagrado, te ejercitas en el ritual… ¿cómo fue tu primer experiencia como
chamán?
Con miedo, claro. Siendo muy inconsciente de
todo el proceso en muchos sentidos… Sabía, por ejemplo, que no quería estar ahí
para levantarme minitas, pero tenía miedo, mucho, sobretodo porque soy muy duro
conmigo… y yo cantaba sin saber cantar. Y me escuchaba cantar, sabiendo que no
sabía, y temblaba, obvio. Pero había una sensación de desafío, porque sentía la
dosis justa de hostilidad y la dosis justa de sentirme temerario… Es buenísimo.
Fue un click. Un día en mi casa, antes de un show con Drago, estaba
vocalizando, sin saber un carajo, y encontré una posición en la que me comenzó
a vibrar todo el bocho, TODO, y ese
día salimos y salió otro Fede… Yo justo me había cortado el pelo, y después del
reci me decían: “Qué bueno que echaron al otro cantante”. Y a partir de ahí
empezó una entrega, ya sin estar pendiente de mis errores, e, incluso, hoy día
puedo darme el lujo de ser consciente de esta figura de chamán, y explotarla…
jugar con el personaje… Y ojo, no lo controlo.
Abandonaste el concepto para ser parte…
Eso.
El héroe, siguiendo la
estructura clásica, acude al llamado… Luego, ¿tu primer portal fue Dragonauta?
Sin lugar a dudas.
Nace el Dr. Doom…
(risas) Tal cual… Además, con mi vida llena de
ciencia… Cerraba bien.
¿Y qué paso con él?
¿Murió o se transformó?
Yo lo vivo como ciclos de muerte y
resurrección. Desde afuera, quizás, cada cambio es una sutileza… Lo que para mi
es un abismo es algo mínimo para el observador, y quizás hasta sigo siendo ese
burgués cagón. Incluso, en mí, cada ciclo conllevó cambios corporales muy
fuertes, que no busco, que se dan. En el momento que decidí dejar Dragonauta bajé
quince kilos. Yo creo que la diferencia entre el Dr. Doom y el actual Fede, que
es más un…vaquero psicodélico (risas), que también está muriendo, es que había
una necesidad de ser un temerario entre temerarios, ¿no? Y hoy pienso que mucho
lo hice movido por una debilidad… La lírica, el aspecto físico... era un
manifiesto muy evidente de lo que me paralizaba de la muerte.
¿Esa consciencia mata
al Dr. Doom?
Sí.
¿El Dr. Doom muere con
Dragonuata?
En realidad a partir de un momento muy
concreto… En Guatemala, en un lugar muy sagrado, sentí algo muy fuerte y me
largué a llorar y supe, entre muchas otras cosas, que Dragonauta ya no seguía
para mí… Cuando lo pienso todavía me agarra una sensación que aún estoy
terminando de descifrar. Eso fue en el… 2008. Y a parte que a nivel musical
necesitaba explorar con sonidos que me generaran, justamente, la sensación de
ser un electrón viajando por un cable. Me dejó de atraer esa música en la que
hay que estar muy atento al tiempo… Me gustaba eso de la atemporalidad: poder
descansar en una nota y viajar sin más que eso.
Y ahí, bueno, el Festival era eso, ese viaje… Y
es todo un proceso, subirnos todos al mismo tren y viajar ahí.
Ese… relámpago
fue, sin dudas, un punto de inflexión.
-EL CHAMAN II: UN RAYO PLATEADO-
Y arranca el Festival…
El Festival ya había comenzado, mucho antes…
Pero nos juntábamos, sin decir una palabra, a jugar con sonidos. Entre otras
cosas entendí que quería hacer un proyecto con gente que brindara otro vínculo
afectivo; otro marco de contención, desde otro lugar… que Dragonauta no me permitía.
Y me sentí mucho más yo. Me doy cuenta que lo que tiene el Festival, y tiene
que ver con que somos, algunos, personas que están llegando a los 40, es que es
más flexible, y eso permite ir explorando, sin necesidad de desarmar y volver a
armar. Es algo mucho más continuo, por eso que se vuelve difícil identificar de
acá en adelante el punto de ruptura… Obvio que me encantaría volver a uno de
estos grandes puntos de inflexión, porque son los momentos más intensos de la
vida… y en general son una mierda… Ésta experiencia de Guatemala fue un rayo
plateado, porque hasta le veo el color, que me trajo imágenes, caras… y fue muy
espontáneo el llanto… que pude contener, pero que fue terrible.
La memoria activada…
Hay gente que dice que en realidad las
moléculas del ADN son una estructura diseñada de tal modo que dictan cómo van a
responder tus genes a determinado estímulo… Es muy complejo, antes no se
entendía eso… Ahora se sabe que cada célula tiene la capacidad de elegir, ante
cada situación, de quién conviene aprehender, si de tu mamá o de tu papá, como
un proceso que instaura un mecanismo de respuesta pero que con un trabajo
espiritual profundo uno puede controlar… Podés cambiar tu mecánica en el
sentido más profundo. Dicen que esta molécula es tan increíble que es poco
probable que ocurra naturalmente… es un diseño inteligente con información
codificada: acciones que se almacenan en la molécula. Tiene tanta capacidad de
almacenar que es una locura. Dicen que la información puesta ahí se activa ante
ciertos estímulos o factores como plantas sagradas, por ejemplo… Yo creo que a
veces uno activa cosas sin saber muy bien lo que son, pero desde un lugar muy
orgánico, y eso escapa a tu capacidad de comprensión y por eso está bueno. Eso
le da imprevisibilidad a la vida… Si te atraviesa el rayo no sabés para donde
disparás… Es un relámpago que se activa por algo… Y por eso está bueno viajar
con una carga muy liviana, para dejarse atravesar… Me gustaría estar más suelto.
Este vaquero psicodélico, ¿sólo va armado con la música?
No. La música es un medio para llegar a mi
mismo… que también es un fin, ¿no? Pero claro que también tengo otra arma,
aunque reniegue muchas veces: el cerebro.
-MOTOR-
El Festival de los
Viajes: ya el nombre habla de mucho, ¿no? ¿De que se nutre esa gran fiesta?
El modo en el que yo me involucro con el
Festival es que es el lugar donde se integran todos los Federicos… Todas mis
búsquedas, lo que me pasa con el cuerpo, el cerebro… Para mi es un espacio de
descontracción total. Es mucho más que música por más que para fuera sólo sea
eso. Para mi es todo mi viaje. Por ejemplo, eso de que no me esfuerzo en hacer
canciones: me bajan… El Festival es un marco donde suceden cosas misteriosas,
por lo mismo que generamos. Todo tiene que ver con vincularse desde un lugar
orgánico y activo con lo que te rodea.
Es una banda que, al menos en mi experiencia, invita a la mirada interna…
Puede ser, pero sin dejar de ser celebrativa.
Mi sensación es de algo que te hace mirar para adentro para mirar para todos
lados. Veo que gente con percepciones muy distintas, y desde lugares muy
distintos, lo pueden disfrutar, por otros mambos y otras cuestiones… Para mi es
algo que tiene que ver con las energías.
¿Cuál es la ambición
de El Festival?
Mi ambición es consagrarme de lleno a eso. La
expansión total. Es un espacio con una carga de libertad mucho mayor que la que
te da el mundo material… Y pensar en una vida regida por esos grados de
libertad es algo que a mi me genera una fantasía ingenua… porque seguro que
está lleno de bosta burocrática (risas), pero la idea es poder dedicarle más
tiempo a jugar… Eso me hace más libre. Y las cosas se van dando solas mientras
más nos centramos en el presente. Cada vibración es más fuerte… Y por eso que
mi motor es hacer música… cada tema es los temas anteriores.
-EL MAPA-
¿Cómo definís el mapa
de El Festival? ¿Qué paso en cada estación (disco)?
El primer disco era Federico revelando un
interior nuevo… y era eso, sacarlo a la luz: yo no pensaba en una banda. Pero
se fue dando, con Adrián (baterista) y Mathías (guitarrista), que eran con los
que me juntaba a experimentar… Y les mostré la música de Morricone, que para mí
es un misterio de por qué me impacta tan fuerte: esa historia, esa imagen… Yo
sentía que tenía que tener ese disco: lo necesitaba tener. Buscaba mi voz, para
hacer reflejo de lo que había en mi cabeza, y empecé a darme cuenta, jugando un
poco con los chicos, que esa voz era la que se gestaba de modo natural. Todo muy
inconsciente… Y yo precisaba tenerlo grabado para escucharlo… Así que les
propuse libertad absoluta para grabar y se sumo Furia (Martín) en la
producción.
Después, el segundo disco fue soltar las
riendas: y aparece la banda… y cada vez es más. Libertad total. Muchos ven
oscuridad, pero para mí todo es festivo… deliberadamente. Y ya en vistas del
tercer disco todos vibramos más y en sintonía, y a la vez todo está menos
controlado.
La mayor parte de los temas del segundo disco
son muy terrenales, más centralizados, más profundos y no tanto desde arriba.
Antes tenía una sensación de abandonar el cuerpo, más que habitarlo. Y ahora es
todo lo contrario. Quiero que me atraviese y vaya y vuelva al centro de la
tierra… Y para mí, eso se manifiesta mucho en la música que hacemos.
-EPÍLOGO:
CREER II-
Federico Wolman deja entrever que sus
proyectos, con El Festival y por otras vías, son abundantes: el jinete no se
detiene y enfrenta al horizonte, con los ojos entornados:
“Quizás hasta la muerte no es más que un juego
y experimentar la muerte es un miedo innecesario… Ojo, sigo sintiendo miedo
(risas)… A mi me está pasando algo muy loco: experiencias muy energéticas…”,
reflexiona.
Sin detenerse, Fede habla de lámparas que
estallan cuando él las prende, de parlantes que, desenchufados, resuenan por la
noche, de presencias que le erizan la piel:
“Pienso que hasta puede ser una energía que yo
mismo emano… que mi casa está empapada de esa energía… yo paso mucho tiempo
acá, me gusta estar acá”.
Pero está allá.
O en los dos lados al mismo tiempo.
Cabalgando la atemporalidad, cruzando
paradigmas, analítico y vivencial.
A paso firme: conquistando el presente.
A medio metro del piso.
***
[1] Concepto filosófico
referido a la idea de viajar como un electrón, a
velocidad límite y sin peso.