BORRACHO EN LA CASA DE VIDEO-JUEGOS
-Homero: la Odisea y el punk-
La primera
vez que estuve borracho me sentí adentro de un video juego.
Tocaba
botones.
Saltaba con
el A.
Atacaba con
el B.
Mi
interacción con el mundo estaba supervisada por otro yo. Era simple y concreta.
Me veía a mi mismo desde adentro haciendo las cosas.
Como en el Counter. O el Doom, si queremos encontrar las fuentes.
Sin
pistolas y sin cuchillos, sintiéndome inmortal.
Mis puños
delante de mí, cerrados, buscando pelea, recontra amigado con el mundo.
Alguien
sabía lo que yo quería y me ayudaba.
Una conciencia.
Un jugador. Una vida.
Pero no sólo me veía desde adentro: también me veía desde afuera.
No sólo
sentí que todo se desprendía, sentí que era genuino ser un alter-ego, una
excusa, un disfraz, insatisfacción vuelta carne, una ilusión.
Verme tan
frágil me hizo verme valiente.
Hizo que el
resto del mundo pareciera programado como un obstáculo casi ingenuo.
Jugar.
La primera
vez que estuve borracho creo que hice un papelón.
Creo que
marqué un antes y un después.
No lo hice
tan bien y no lo hice tan mal.
Demostré
que mi romance con la borrachera recién comenzaba, fui un apasionado.
Me define
ese amor: termino conociendo borracho a todos los que terminan siendo
importantes en mi vida. Puede ser que yo los induzca a que se emborrachen, sí.
El génesis
es otro. O el mismo.
Una vez, de
vacaciones en la costa, me acerqué a un punky que estaba jugando al arcade de
los Simpsons en un antro de divertimento para los que no gustábamos del mar y
el sol. Peleaba contra el malo del primer nivel e iba perdiendo. Una petaca
asomaba del bolsillo de su campera de cuero destruida y llena de parches.
“Está re
puesto”, pensé, mientras veía como el joven se tambaleaba en el lugar, mientras su barra de energía disminuía.
“Necesita
ayuda”, fue mi siguiente pensamiento.
Una de mis
primeras epifanías heroicas.
Me acerqué
y, sin mediar palabra, puse una ficha en la máquina.
De reojo lo
vi girarse para mirarme, pero me concentré en la pantalla.
El punky era Bart.
Elegí a Homero. Lento, pero estúpido y obstinado.
Elegí a Homero. Lento, pero estúpido y obstinado.
Homero.
Borracho.
Esa tarde
de lluvia salvamos Springfield. Un borracho y yo.
El punky y
yo pelemos por nuestros ideales, par a par.
Durante
todo el juego él fue tomando de su petaca.
Para ese
entonces yo tenía doce y nunca había tomado nada más crudo que el agua tónica Paso de los Toros.
Al final,
cuando nos despedimos y puso una rodilla en el piso para darme la mano, su
aliento era horrendo pero sus ojos eran los ojos más vivos que yo había visto
en mi vida.
¿Y qué es la vida? La vida son cosas
re conservadoras que siempre van a ser revolucionarias de la puerta para adentro. Es el
resultante de una contradicción cultural-experiencial. Un amalgama de control y
azar.
Un parto de
romanticismo.
Video-juego.
A eso se
reduce: la realidad sufre el dolor de un parto cada vez que te enamorás y metés
otra ficha. Y vos escuchás los gritos.
Destruyendo
todo de modo obsceno asoma su cabeza la esperanza.
¿CONTINUE?
Una vida.
No estás
solo.
Creo que
todos tenemos el requisito mínimo necesario para ser un arquetipo de
“borracho”. Del mismo modo todos podemos jugar video-juegos.
INSERT
COIN.
Otra
botella, para seguir salvando mundos.
Además, es
igual de adictivo.
Mi abuela,
mi vieja, mi hermana, mi novia, mi ex, mi mejor amigo, el amigo que veo poco,
el ex amigo, el amigo nuevo, el compañero de laburo, el ex compañero del ex
laburo, éste, el otro, mi viejo.
Todos somos
borrachos que aún conservan la esperanza.
Borrachos
escondiendo la tragedia, sonrientes y concentrados, tratando de llegar a la
pantalla final, quizás calvos, en un lugar que se derrumba.
La primera
vez que me emborraché ya escuchaba Ramones, me paraba el pelo y tenía una “cita”. Estaba nervioso y pensé, por alguna razón: “¿qué haría,
ahora, ese punky en mi lugar?”.
Después de su primer cerveza, entra en juego Bart.
El resto
fue resaca triunfal.
PLAY.
***
"Al final, cuando nos despedimos y puso una rodilla en el piso para darme la mano, su aliento era horrendo pero sus ojos eran los ojos más vivos que yo había visto en mi vida.
ResponderBorrar¿Y qué es la vida? La vida son cosas re conservadoras que siempre van a ser revolucionarias de la puerta para adentro."
Nudo en el pecho y piel de gallina.
No le hagas caso a Homero: la grasa sí se quita.
Te amo, te odio, dame más.