lunes, 28 de diciembre de 2015

7

 LOS DÍAS CONFUSOS
(o: sobre el calendario y los daños colaterales)


*

Alguien parado en un lugar inexacto. O suspendido en el espacio. Es como volar.  

Si los periodos se dividen en “antes de Cristo” y “después de Cristo”, aferrándonos a la literalidad podemos decir, ergo, que el nacimiento de Cristo representa con claridad el punto de inflexión entre dichos paradigmas. Entonces, ¿no tendría que ser, en nuestro calendario, el 25 de Diciembre el primer día del año? O quizás es la metáfora perfecta, porque hacemos de cuenta que no lo sabemos pero aceptamos que todo recién empieza en el final, que todo termina antes incluso de terminar.

25 de Diciembre. Luego, el 1 de Enero se convertiría en el día número 8 del nuevo calendario. Porque 7 días conlleva la creación, por eso las horas que siempre van a significar un misterio. Lo que no sé cómo sucedió, pero acá estamos, sacándole la última hoja al almanaque que cuelga de la fría heladera que murmura por las noches, estática ante la conmoción del óxido, apagándose de a poco su motor-corazón.

Del 25 de Diciembre (inclusive) hasta el 31 de dicho mes (inclusive) se suceden los que pasaran a conocerse como “los días que siguieron al impacto”, porque también llevó 7 días comprender desde el cuerpo-concepto de un frágil bebé lo que en 7 días había sido creado con prepotente sabiduría.

Son los Días de Confusión, o al menos así se los conoce en los Evangelios de la Anti-Materia del Gran Libro de La Morsa, cuyo controversial apartado 33 habla del protagonista y la inexorable Cruci-ficción. Pero eso no viene al caso. Al menos no por el momento.

Ahora estamos hablando del Principio.

Y el Principio no es más que un lugar inexacto entre un Antes y un Después.

*

Los Días de Confusión son el abismo que conforma todo eso que fue soñado pero jamás recordado. Los primeros sueños, al no poder contrastarse con una figura de realidad mayor y al no poder recordarse de modo directo porque son lo primero que sucede antes de que se ejercite por primera vez la capacidad de recordar, son los que eventualmente construyen la “realidad”. Es menester estar atentos, entonces, a la burbuja de contraste espacio-temporal que esa primer colisión trae hasta nosotros como una ola expansiva.

No será raro descubrirnos por estas fechas (del 25 de Diciembre al 31 del mismo mes -25 y 31 inclusive-) sentados en un colectivo sin saber a dónde nos dirigimos; no será extraño recibir constantes llamadas de un número desconocido o abrir los ojos en plena oscuridad y descubrir que los muebles de la habitación alteraron su ubicación, que incluso la ventana, que antes quedaba sobre la cabeza, ahora está adelante, mostrándonos una noche despejada de luna gigante y abismo insondable.

Otra vida.
Otro Antes y otro Después.

En los Días de Confusión se recordará todo aquello que no será soñado.


*

Es probable que también:
-te olvides cómo es tu rostro.
-veas a una de esas personas con las que no socializas pero conforma tu paisaje urbano-rutinario en un lugar que le es impropio. Trabajando de otra cosa. De Vagabundo. Con su familia. O puede también ya no estar. O transitarlas todas.
-te sientas desapercibido, como si nadie se molestara de verdad en terminar de darte un mensaje concreto.

*

 En los Días de Confusión se produce un fenómeno de doble parpadeo: en un primer parpadeo la vista se pone borrosa, hay un fuera de foco que deja en evidencia el polvo del lente. En el segundo parpadeo un brillo sobrenatural empieza a envolver todo lo que vemos. Las calles, los tachos de basura, las figuras humanas. Todo se congela con espectacular nitidez durando un segundo infinito, luego todo se hace luz con una explosión que dura una eternidad.

Te vas a acordar cómo es que un sueño se desintegra cuando uno despierta.
Esas cosas no se ven todos los días.
Y sí.

Sin embargo, y quizás por puro instinto de supervivencia, es algo que tenemos naturalizado. Siempre borramos la parte en la que el decorado cae. Siempre es un corte brusco y luego un rayo de sol entrando por la ventana.

*

Cita:

El Hijo crea el concepto de “mundo” del mundo que el Padre creó.
Dios se vuelve Testigo.

¿Qué clase de Eternidad tiene una vida en su interior?

*

En los Días de Confusión la percepción primigenia desborda su caudal salpicando nuestra percepción histórica personal, creando ondas de influencia en percepciones alternativas, causando este fenómeno reflejos de breve inestabilidad dentro de nuestro cotidiano y suave flotar.

Una oscilación leve que crea el chapoteo sincrónico de muchos “Antes” con muchos “Después”.

7 días vivo donde nada va a cambiar.

*

Los Días de Confusión, ese lapsus que transcurre entre el 25 y el 31 (inclusive) de Diciembre, son días que sin duda acarrean una impronta de desesperación, de sudor perlado en la frente y pupilas dilatadas, de capricho y llanto, de maravillado desvelo e improvista fascinación por las sombras, un apego repugnante por la vida y visión a corto plazo del horizonte existencial.

Todo lo que quizás le suceda a un recién nacido, hasta que en el día 8 la Trampa esté tendida y la sorpresa re-condicionada y despojada de su facultad de “sorpresa” y empiece a dibujarse en su devenir el Primer Destino Dogmático.

Pero esa es otra historia, sólo saber que cuando Cristo (la “figura” Cristo, el Dios hecho Hombre) muere, el “Después” adquiere una doble articulación. Un “Después del Nacimiento” y un “Después de la Muerte Ficcional”, dado que un “Después” puede ser una presencia y una ausencia. El “Antes” siempre va a ser “Antes”, el “Después” siempre va a implicar un flujo de vivencias, un giro más de la Tierra sobre su eje, de la Tierra alrededor del Sol.

La llegada siempre inexorable de un final o un principio anticipado, otro alguien en un lugar inexacto.

La llegada de otros aterrizajes. 

La llegada, claro, de nuevos Días Confusos.

 *

jueves, 17 de diciembre de 2015

dos veces bueno

ESTO NO ESTÁ SUCEDIENDO
(o: “Reduccionismo para principiantes, parte I”)
*


por la puerta entreabierta de la cocina
veo derramada la leche
guerras de treinta años
lágrimas en el picador de cebollas
cohetes anticohetes
cestas de pan
lucha de clases

H.M.E.

*

R/O/M/P/E/R

Escucho un tema por primera vez.
Me gusta.
Leo una poesía que no conocía y encaja.
La ruptura es una ilusión.
Sólo escriben los oídos
que saben ver.

*

JUGUETES

¿A qué estás jugando? pregunta el soldado de plomo
Quiero morir por una causa.

¿Por qué? pregunta la casa embrujada
Para ser un fantasma.

El niño es la fantasía de todos esos antepasados
Que sueñan tristes
Por miedo a despertar.

*

ACCIDENTE
“…pero la pasión ocurre como un accidente…”, Linda Pastan

¿Qué es un accidente?
Un accidente es
la idea que acabo de vislumbrar.
Las ganas de no responder tus preguntas.
Irme.

La poesía incompleta.
Sin respuestas.

*

VIDEO CLIP TRISTE

Miro la pared
y estoy en una montaña.
La ciudad a mis pies duerme
salpicada de luciérnagas.
Entra por mi espalda un tipo tocando la guitarra.

Dj onírico de ésta noche
Balada triste
todos
haciendo
palmas.

Solo,
pared blanca.

*

CIEN AÑOS

No hay mal que dure
lo que dura dura.

No hay idiota que soporte
cien años de amor.

*

INFINITA

Un mono, un perro
una rata
un gato
otro mono,
un hombre.

Todos cadáveres.
Flotando en el espacio.

Quizás cuando todo colapse
se volverán satélites naturales
de otro mundo
o dioses
o prehistoria.

Estrella fugaz, en el mejor de los casos.

Un mono, un perro
una rata
un gato
otro mono,
un hombre.

Pido un deseo:
vuelvan a la vida.

*

MAGIA

Podría ser casi cualquier cosa.
Pero básicamente 365 días del año.
En expansión.
Hasta volverse 12 mundos.
30 constelaciones.
1 vida.
24 palabras susurradas antes de dormir.
60 pulsaciones.
Infinitos mañanas:
AbrAcAdAbrA.

*

BASURA

Un perro te rompió la bolsa de basura
¿qué vas a decir?
Seguro que vos
alguna vez
Le revisaste el celular a tu pareja.
Y es obvio que no ibas a encontrar comida.
Y llenaste todo de mugre.
Hoy dormís afuera.

*

LAPSUS DE 22 AÑOS

Me agarro a piñas por primera vez en mi vida.
Tengo 8 años.
Sé que Papá Noel no existe,
No permito que me lo digan en voz alta.

Miro en el espejo un ojo destrozado.
Tengo 30 años.
Sé que todo esto es una mentira,
No puedo dejar de decirlo.

*

ESTADÍSTICA ETIL

Primer trago: es muy temprano para tomar.
Segundo trago: esto puede funcionar.
Tercer trago: nunca es muy temprano, nada no funciona.
Cuarto, quinto, sexto: no recuerdo la línea anterior.

Hacerlo a inconsciencia te libera de la culpa y
carga de valor el triunfo.

El 100% de las veces todo sucede.

*

PISTAS

Empiezo a leer a un autor contemporáneo.
Se vuelve noticia por algo
a veces muere.

Todo lo que toco se vuelve cadáver.
Me rehuso a ser el siguiente.

Ni poeta inspirado
ni autor comprometido:
Detective con un fuerte
presentimiento.

*

CONFESIÓN

Pulso.
Impulso.
Respiro y agito
Súper puesto
Me veo superpuesto.

Estoy vivo.

*

RIP

“Para siempre” significa
Ver morir.
Cuidado con lo que deseas.

*

REFLEXIÓN

Gano mi primer concurso literario.
Es un cuento sobre un tipo que mata a su perro.
No me representa pero es lo que pienso.
Segundo puesto.

El primer puesto lo gana una mina que escribe sobre un tren.
Intenta detenerlo.
Pero siempre muere.

Cuado intercambiamos opiniones le digo:
“está buenísimo”.
Me dice: “escribís bien”.

Entre lo que escribís y lo que pensás debiera existir
un abismo conceptual.
Muere el perro o muero yo.

Me lo enseñó la piba del primer puesto.
Ni la profe ni los libros que leí.

*

PUNK

Tantos años de adolescencia punk
Me dejaron sin saber construir
un buen
final.

*

RELIGIÓN

Mi novia dejó una coca cola zero abierta en la heladera.
La usé para prepararme un fernet.
La abstinencia obra de formas misteriosas.

*

VIEJO, EBRIO y PERDIDO

Diciembre otra vez
suena Navidad de Reserva
de Él Mató.
Lo novedoso empieza a confundirse con
la rutina.
“Reserva” casi es “reversa”.

*

NO SOY UN PROFESIONAL

Tratá de fingir una carcajada.
Tan imposible como llorar sin querer.
El guionista de me vida confía en mí,
El director sabe que no tengo madera.

*

QUEDAR MAL

Le dije a mi novia:
Quiero hacer un viaje espiritual
Alimentar mi hambre de algo más.
Me dijo que sí, claro,
“siempre y cuando traigamos un souvenir para mamá”.

Claro, sí, acentué yo.

Tampoco es cuestión de viajar y quedar mal.

*

SOY UNA TUMBA

Un muerto
Dos muertos
Tres muertos
Infinitos muertos.

Las tumbas de mi biblioteca no guardan secretos.

*

LA  OLA QUE QUERÍA SER CHAU

Nos conocimos y miramos el mar
Dijiste “te quiero”
Lo tiraste al agua
Y volvió.

Ola es Hola.
La mudez literaria no es más grande que vos.

*

PERRO

Lloramos los dos
Nos vimos a través de los ojos de un perro que
Fue testigo.

No podemos hacer de cuenta que no pasó nada.
El perro
Probablemente
Siga ahí.

*

LOS MUERTOS SE CUENTAN FRÍOS, CAMPEÓN.

Cuando las vigas del progreso y el confort se gasten
se agrieten
se oxiden
se rompan,
justo cuando el mundo sea una gran puño envuelto en llamas,
un aire acondicionado
caerá
rotundo
sobre tu cabeza.

*

DIVINIDAD

¿Por qué no podés parar de escribir?
¿Por qué no podés parar?
¿Por qué no podés?
¿Por qué no?
¿Por qué?
Cuestioná a dios. Y dios va a simplificarte. Hasta volverte dios.
Es un vago.

*






Y ahora veo con mirada serena
el exacto pulso de la máquina
W. Wordsworth.



sábado, 5 de diciembre de 2015

otra cosa~


IDEA O PENSAMIENTO NO FUNDAMENTADO Y FORMADO SIN ATENDER A UNA BASE REAL
(o: “Manifiesto de la Orden del Orden Efectocausante”



Por mucho que se haya intentado demostrar lo contrario, queda claro que hay un único modo de preservación: el anti-ser, el dilema concreto que sirve de validación para el universo más vasto jamás conocido: el universo especulativo.


I

Ser escritor es llevar un diario personal en el que escribís las cosas que nunca te pasaron porque te pasaron otras cosas que nunca vas a saber si fueron más geniales o mediocres o diferentes o las únicas posibles y todo para dejar en claro que nadie, nadie, nadie tuvo nunca razón.
En nada.

Es la historia de los asesinos seriales.
Están tratando de combatir al azar: cuando algo sucede deja de ser azaroso si existe la conciencia de “suceso”… todo lo que sucede se re-denomina y, siendo azaroso, se convierte en efecto-eslabón para construir la mayor meta ficción existente que es el universo consensuado donde nada pasa porque sí y todos los callejones son callejones sin salida.
Bienvenido a la historia de la historia de los asesinos seriales.

¿Ves? Ya logramos que el caos se convierta en la cápsula-pista. Vamos a ahogarnos. Vamos a envenenarnos, vamos a darnos una sobredosis, vamos a ser adictos recuperados… pero siempre vamos a volver.

CAOS es nostalgia.
CAOS es futuro.

Y vuelvo a preguntarme
en mi diario personal
si te acordás cómo era ser feliz sin mí.
Si te acordás qué discos escuchabas.

¿Qué escribías en las hojas del cuaderno que sabías que nadie iba a leer?

Yo me acuerdo que ahora entiendo por qué ciertos discos te hacían llorar.
Hace dos años que sigo entendiendo lo que viene pasando.

Epifanía:

Empezó conmigo,
regalándote un libro
en un teatro.
Tocaba una banda.

Seguro que afuera los asesinos seguían dando cuerda al mundo,
aunque en ese momento no lo pensé.
Es más, ni se me cruzó por la cabeza.
Pero alguna historia murió en el intento, eso seguro.
Tan seguro como que esto termina bien, tan seguro como que me estás leyendo, en tu cine mental.

II

Las cosas están siempre en otro lugar, nada es parecido, nada cambia, es tan simple como saber que podés corresponder al ritmo de un corazón ajeno pero nunca vas a poder tenerlo latiendo en tu pecho. Tu energía vital está en todo lo que sos, para que nada penetre la última capa… ahí siempre hay una sola voz, imitando otras voces, juguetes reunidos en la mesa del té, planeando un atentado contra un Ken que se cree un Kennedy.
La Bala Mágica.

III

Girar la llave hasta falsear la cerradura.
Darle cuerda a la puerta.
Por último, abrir y observar todos los engranajes del mecanismo flotando en el espacio infinito, atraídos entre sí, sin tocarse, girando sobre sus propios ejes, de tanto sentir y sentirse.

Al final vas a encontrar lo que tenías que encontrar.
Que no es lo mismo que estar buscándolo.
La intuición no es igual que la premonición.
Tampoco cómo reaccionar al respecto.
El Detective siempre es malo,
pero nunca es EL malo:
es el cinismo más puro, corriendo atrás de cualquier cuento ingenuo que contenga las evidencias necesarias como para decir “había una vez”.
El Asesino es la Esperanza.
Aunque nunca haya matado a nadie.
Aunque al final,
la víctima
sea Ella:
¿por qué sino la obsesión de encontrar?
¿por qué buscar un culpable por la muerte de lo que nunca fue más que una/otra posibilidad?
¿por qué es la respuesta
tan
tan
tan
elemental?

IV

No existen los lugares oscuros.
Hablemos de todo lo que pasa, total todo es una anécdota potencial: cuando falta motivación, sagrado es saber que hay público para todo.
Después no mirás quién aplaude, porque cerrás los ojos y te inclinás, sonriente.

Nada está muy claro. 

Tratá de llegar a algún lugar, guardate los intermedios, esperá a desesperar… cuando te quieras dar cuenta, cuando descubras que ahora sí, ya fue, te querés matar, vas a estar donde querías estar, nada más que más adentro de lo que podías imaginar, porque la gracia de imaginar es que nunca hay un tope y siempre se puede imaginar peor.

Estás vomitando ante ese espectador que podrías ser vos. Tu vida deja de ser una tésis para ser una vida.

V

Siempre parece un atardecer, el atardecer del que siempre escribo, el atardecer al que nunca le dedicaría mi tiempo, ni muchas sombras ni muchos brillos, pero finalmente mi atardecer-rampa: mi paleta de colores vivos para retratar muertos.

Retrato:

Pienso en la muerte
no sé si pienso en estos términos: La Muerte.
Quiero decir con esto:
no sé si ella (¿Ella?) piensa en mí.
Quiero decir:
hablar de la muerte
o La Muerte
es tan estúpido e inevitable
como hablar de la soledad.
No te preocupes.
Es sólo una observación.
Nadie va a hacer una locura ésta noche:
las locuras las hago con vos
que ahora no estás.
Imposible no caer en un círculo vicioso.
Un poco la vida.

Observación:

Si supiera dibujar, dibujaría una máquina de escribir, de esas antiguas, con el tubo de un teléfono coronándola.
Sí, una cruza futurista retro de máquina de escribir y teléfono. Porque es lo que querría decir: que no sabemos de dónde vienen las cosas, mucho menos sabemos quién dice qué y por qué y para qué. Para no llamarnos mentirosos diré que sólo somos espectadores entusiastas, leyendo entre-líneas, sobre-líneas, bajo-líneas, post-líneas, pre-líneas. Para no sentirme mentiroso, lo dibujaría.
Pero no sé dibujar. 

Quizás, no hay escapatoria.

VI

Yo en otra vida, corriendo atrás de sueños paranoides, en noches de verano, en bosques-laberintos, riendo al final del día con una bruja que me tira las cartas en una feria de pueblo;
yo en otra vida, imaginando otra vida.
*

CONCLUSIONES

Esto de acá es un vacío.
Bueno, era.
El ser representativo atenta contra el ser natural.
Es como jugar a ver quién tiene la última palabra: la discusión es infinita y ni siquiera estamos en condiciones de decir que ya empezamos.
¿cómo es posible que divaguemos sobre el futuro?
¿por qué?
Si esto de acá ya no es un vacío.
Bueno, no era.
¿se puede borrar lo pensado?
¿de qué estamos rodeados?
Ante el mínimo intento de descripción,
todo se convierte en otra cosa.

*





lunes, 30 de noviembre de 2015

todos-siempre-algo

VACACIONES EN BLAIR
(o: La descarada dulzura del mundo al acariciar el contorno de todo lo que no soy yo y la consecuente onda expansiva: mi versión de los hechos.)



*

Con delicadeza y mucha perseverancia, la bruja convenció a todos.
Nadie quedó en el barrio sin exposición a su influencia corrosiva.
En un principio, infectados de no infectados podían reconocerse: los segundos daban cuenta de los primeros. Los primeros no podían dar cuenta de nada. De a poco, y por creer que en la no-violencia no hay peligro, nadie quedó sin ser contagiado. Y sin nadie que pudiera dar cuenta de nada, la infección pasó a ser una cuestión imposible de plantearse e identificarse en sus visiones ahora planas y simplificadas del mundo. 
Todos sobreactuaban sus ansias de no parecer que sobreactuaban. 
A veces el show estaba bien.
A veces era malo. 
Ellos lo sentían. 
Sentirse esclavos era parte de su naturaleza de “seres libres”. Porque ellos se creían seres libres. Es lo único en lo que piensa un animal al que se le otorga la posibilidad de pensar la libertad: SER LIBRE: la condición determinante para el resto de pensamientos naturales: comer, tener un sitio en el que refugiarse, administrar el tiempo de vida de un modo coherente... 
Y ellos pensaban, claro. No mucho, pero sí lo suficiente. Y sabían cosas… aunque ignoraban lo más importante: que su ideal de libertad, por culpa de ya sabemos quién, tenía un único pilar tácito:
uno podía ser libre siempre y cuando
¡siempre y cuando! 
madurara lo suficiente como para saber que las brujas no existían. Y después te ponés en cínico o en enfermo terminal o en algo y agregás, casi con cualquier tono, casi con cualquier cara, como si no importara tanto el mensaje sino las palabras: “…pero que las hay, las hay”.

La bruja se convirtió en mártir de su esencia. Si el pináculo de tu poder es desacreditar, de una vez y para siempre, tu propio poder… ¿qué te separa de ser una vieja que enloqueció, de puro volverse vieja, porque primero se le murió el marido y después el perro y el canario y los hijos y los nietos y qué sé yo? ¿Y no es esa la mentira que ella hizo que todos creyeran? ¿acaso no eligió cada una de las frases que usó? ¿no llenó temblorosos diarios con ambiciosas estrategias? ¿no quemó, acaso, esos diarios, para que no quedaran evidencias?¿no estudió los horarios más irrisorios para hacer las cosas más irrisorias segura de que algún ojo se encargaría de volver rumor la disparatada secuencia? ¿no fingió hasta cansarse de fingir? ¿no se perdió con mirada dulce en conversaciones fáciles, un poco por diversión, un poco por desinterés? 
Tapó las ventanas. Nada muy estrafalario: se limitó a correr las cortinas. 
Nadie dudó nunca.
¿Entonces?
¿Qué le prohibía, una vez hecho todo, llevar a cabo sus propósitos sin el miedo a ser cruelmente incinerada en alguna hoguera improvisada? ¿qué le prohibía actuar cuando por fin estaba fuera del alcance de cualquier sospecha? 
¿Se había acostumbrado a la compasión?
No. Pero casi. Ver su contorno reflejado en los vidrios de la puerta de un colectivo que se detenía en la esquina hizo que pusiera en marcha la parte última de su plan. Tardó casi quince minutos en llegar al otro lado de la calle: en ese tiempo pasaron un total de doce colectivos. Reflexionó: el mundo que había creado se movía a una velocidad alarmante. 

Decidida a no desafiar a la fortuna, esa misma noche, la bruja actuó. Ya no salió nunca más a barrer la vereda a las 3:45 de la madrugada. No más solitarios a las 23.15 de la noche. Las cartas las esparció el viento. Las hojas hablaron de malos presagios.
Los vecinos, con el tiempo, dejaron de creer, también, en las viejas viudas y decrépitas, por pura ausencia de ellas.  
Llegaron a perder, incluso, ese eje que los volvía seres libres. Se preguntaron en qué habían estado pensando.
"¿En qué estuvimos pensando?".
Así fue que dejaron de pensar. Hasta quedarse quietos, quietos, muy quietos. Las avenidas, los colectivos, los pasos: sin nadie que leyera sus porvenires, sin nadie que estorbara sus porvenires, sin nadie que pudiera alterar sus porvenires, ¿para qué moverse?
El barrio entero desapareció poco después de eso y el mundo se convirtió en una fría bola de cristal. Una fría bola de cristal con un paño blanco encima, como un cadáver en medio del infinito, esperando a ser reconocido pero sin parientes cercanos: ni marido, ni perros, ni canarios;  ni hijos, ni nietos, ni nada. Una fría bola de cristal solitaria, por fin carente de profecías y mentiras.
Como muerta.
O, delicada y perseverante, dormida.






*


*

sábado, 21 de noviembre de 2015

escalera al cielo

EPÍLOGO
(o: "fingir que no te sale para hacerlo perfecto")


Cuando alguien se muere puede ser que no muera. Hay algo vital en la muerte. La muerte no significa el olvido. Quedamos actuando en la mente de los otros. Y en mi caso, debe ser que la muerte de los otros está actuando en mi mente y no me permite estar del todo presente, como para morirme o entender cómo es que muerta pude hacer estas cosas y estar ahora en el mismo lugar sin poder cerrar los ojos. 
Vera Fogwill, Buenos, limpios & lindos.

*

Quiero caer rodando por las escaleras, pero para arriba, dejarme arrastrar por la ilusión de los viejos escalones del muelle, que se hunden en un río que refleja la infinitud del firmamento, tan repleto de adornos de navidad incandescentes, tan repleto de arquetipos feroces, tan repleto de un drama mudo y cíclico, tan repleto de esplendores muertos, un firmamento que de pronto queda vestido de ondulaciones leves y sutiles, para nada violentas, como sábanas que se estiran por la mañana, entre dos, en pleno verano, para volver a restituir lo que la noche deshizo en bollos, enrosques, nudos. Un lecho tentador, justo al final del descenso que dibuja la madera ya enmohecida y pienso, otra vez, en un bucle de premisas que se muerden la cola con desesperación, que abren la boca por dolor o por hambre: una premisa única en realidad, que piensa que hay alguien a quién alcanzar, algo de lo que escapar, una premisa famélica de soledad; pienso, sin poder resistirme, sin oponer resistencia para ser más sincero, que caer sería un subir, un hundirme de modo estrepitoso contra esas estrellas, que luego de tragarme se volverían a unir en la fantasía de un cielo, pero quedarían rasgadas por un segundo y siento, ahí, justo ahí, intuyendo lo peligroso que eso puede resultar, que quizás eso sean los agujeros negros, esa posibilidad de estrellarse y luego convertirse en víctima del aparato digestivo del mundo, del cosmos completo. Me pregunto, hipnotizado por esos vaivenes líquidos, en qué lugar seré vomitado. Me preguntó qué pasa si, por fin, en lugar de eso, en lugar de caer y subir, de subir y caer, logro llegar al estómago de la criatura universo para ser desintegrado de una vez y para siempre. Me inclino un poco más y veo que la luna, en su oscilación, parece reír. Me inclino otro poco, con un leve crujido de la baranda, y veo una sonrisa de reflejo partido en mi rostro. Una sonrisa cicatriz. Una cicatriz como la que quedaría en ese disfraz pretencioso de noche de otoño, una cicatriz incapaz de alcanzar la carne, el latido real, una herida simple, de niño, algo nada significante, como caerse de un árbol o de la bicicleta, como caerse de una cornisa nunca muy elevada al intentar hacer equilibrio, como caerse, por falta de buena perspectiva, de las escaleras…
Intuyo, en el segundo antes de ser ese meteorito inverso, que las opciones no son sólo ser vomitado o triturado. Intuyo, un segundo antes de entrar a esa boca, un segundo antes de chocar de cabeza a la luna burlona, un segundo antes de caer lo más alto posible, que hay una tercer opción: un universo agonizando, desesperado por no poder subirme y mucho menos bajarme, un universo finalmente asfixiado, atragantado, muriendo, dejándome sin aire.



*

viernes, 13 de noviembre de 2015

*

YO TUVE UN GRUPO DE ROCK, ¿SABÉS?


A veces dan ganas de decirle al tipo que tenés al lado, “yo tuve un grupo de rock, ¿sabés?”. El problema es que él seguramente también tiene alguna confesión para hacer. Fue adicto a la heroína y hoy trabaja en un banco, estuvo de novio con una mina que hoy tiene un programa infantil semiporno en la TV, antes de casarse lo único que lo relajaba era matar gatos con una pistola de aire comprimido.
Mi nombre es Rufus, Juan Terranova.


INTERFERENCIA NÚMERO 1

[...]

-¿Qué mierda querés Esteban?
-¿Todavía tenés mi número agendado? Qué lindo detalle, Lau…
-Borré tu número hace dos meses, Esteban, ¿qué mierda…?
-¿Y cómo sabías que era yo?
-…
-Lau, ¿estas ah…?
-SÍ, Esteban, estoy acá…
-Ni bien atendiste dijiste: “Hola, Esteban"... tenés mi número agendado.
-En ningún momento dije: “Hola, Esteban…”
-Parecido.
-¿Qué mierda querés?
-¿Por qué no borraste mi número?
-Ya te dije que lo borré…
-Pero…
-Lo borré pero me lo sé de memoria, ¿está bien? Veo el cuatro, siete, cinco, cero y sé que sos vos…
-Qué lindo deta…
-Lindo detalle las pelotas, Esteban, ¿qué mierda querés? Son las 3 de la mañana…
-¿Para qué atendiste? No atendías y listo…
-Intenté no atenderte las primeras siete veces… 
-Pero atendiste.
-¿Qué MIERDA…?
-¿Lau?
-…
-…
-¿Qué pasa Esteban?
-¿Sos consciente de que estás soñando otra vez conmigo, Lau?
-¿Qué…?
-Deberías hacerte ver…
-Esteban…

[...]

*
INTERFERENCIA NÚMERO 2

-¿Qué es un acto de magia? 
-Señor, usted le pregunta a la persona equivocada…
-¿Tan seguro está de no poder responder la pregunta, estimado?
-No es eso, señor… entienda que su pregunta me resulta extraña, seguro no está dirigida a mí…
-No entiendo su lógica… disculpe pero lo dejé de escuchar cuando dijo: “señor”… Usted habla como si se parara sobre las palabras… como si usted no fuera otra cosa más que el latido de su dibujo animado, que salta sobre sílabas, subtitulando su propio existir, que termina siendo importante aunque usted siempre esté dispuesto a negarlo…
-…
-…
-Eso fue raro, señor… ¿a quién se le ocurre hablar así? 
-Uf. Fue intenso… ¿no?
-Sí… es que lo dijo todo de corrido y muy rápido, todas palabras, una al lado de la otra, así, como apretadas, sobre un fondo blanco, vacío… y fue muy descriptivo… hasta pude ver las comillas sobre el “señor”, aunque usted no hizo el gesto con las manos.
-Ah, ok…
-¿Qué? 
-No sé, dígame usted… ¿es contagioso?
-¿A qué se refiere? 
-¡Acaba de hacer lo que yo hice! 
-¡Para nada! Lo mío fue explicativo…
-No, fue usted queriendo hacer algo con las palabras, a mí no me engaña…
-¿Eh? ¿va a seguir haciéndolo, en serio? 
-Déjeme que le diga lo que pienso…
-No, no me interesa…
-Sí, le interesa, créame… yo creo lo siguiente…
-¿Me deja pasar, por favor? 
-Creo que usted y yo no nos estamos hablando… no nos estamos escuchando…
-No quiero ponerme violento… o empezar a gritar… no quiero un escándalo… por favor, ¿me permite?
-Usted y yo, a base de la extrañeza de mi estúpida pregunta, nos dijimos algo de verdad…
-Me está asustando… me está bajando la presión… o algo… no es gracioso. Nada de esto. 
-¡Sí! ¡Sí! ¡Es! No estamos acá…
-Me está doliendo el pecho… señor, por favor… 
-No podemos estar ignorándonos…
-¿po… podría pedir ayuda, s-señor? 
-No podemos estar teniendo esta charla…
-Creo que… cre… señ…
-¡No podemos charlar! ¿Y sabe por qué? 
-Se…
-Por un simple detalle… 
-..señor… escuche…
-¡Yo también vi las comillas de su “señor” y usted tampoco hizo el gesto!
-No me de… deje… 
-Usted…
-…escuche… me…
-…y yo…
-…mue… me…
-…nos estamos…
-…me...
-…leyendo.
-…muero.

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domingo, 8 de noviembre de 2015

villa-no

TÉSIS BREVE SOBRE LAS PELÍCULAS DE SUPERHÉROES
(o: “la única regla que aprendés es: los que parodian a dios, ganan; los que intentan imitarlo, mueren”)


¿No será que nuestra cultura, privada de imágenes optimistas de su propio futuro, se ha dirigido a la fuente primaria en busca de modelos utópicos? ¿No será que el superhéroe, con su capa y su traje ajustado, es en estos momentos la mejor representación de aquello en lo que podríamos convertirnos si nos empezásemos a sentir dignos de un mañana en el que nuestras mejores cualidades sean lo bastante fuertes como para superar los impulsos destructivos contra el proyecto humano?
Grant Morrison, Supergods.

***

Los villanos mueren en el trascurso de la película. Vemos siempre la vida del villano. Lo que haga el superhéroe con su vida después de la película no nos importa. Está claro que el superhéroe no es el protagonista. Ahí tenés a un tipo intenso, genuino, lleno de sueños, muriendo por una causa. O desapareciendo o siendo ajusticiado, pero entendamos por perder, morir, porque nunca conquista el villano su meta y esa es la gracia principal de su existencia. Los fracasos de los villanos siempre son fracasos reales, porque no hay villano que no se haya encargado de elaborar un plan para luego hacer cualquier clase de locura para llevarlo a cabo… y resulta que no funcionó.

Las películas de superhéroes te están contando eso. Y te obligan a ver la cruda verdad: hay gente que va a festejar tu muerte. Las películas de superhéroes, contrario a lo que todos creen, tienen un mensaje más bien pesimista. Hablan de que todos van a ser considerados superhéroes cuando te maten, porque eso, en definitiva, es lo que quieren todos: no ser el próximo en morir, y cada segundo tuyo de vida es un segundo menos de vida en el otro.

Las películas de superhéroes son amargas, tristes, desalentadoras. Las películas de superhéroes hablan de villanos. Mientras compras cómics y toda una variedad de merchandising oscilando siempre entre la basura y la pieza de colección, creyendo que seguís siendo un tipo intenso, genuino, lleno de sueños, capaz de morir por una causa, cada vez que suspirás nostálgico, estás negando el impulso primitivo. Porque te tienen adormecido con películas de villanos que te dijeron que eran películas de superhéroes.

Y por eso ahora siempre tenés esos ataque tan lúcidos, esos tan típico de malo, para luego caer en el también típico boca suelta que termina deschavando su propio plan en lugar de meterle plomo a la cabeza de su enemigo. Te obligaron a correr el camino del anti-superhéroe. Te volvieron arquetipo de lo que sólo intuís como una fantasía interior, pero sin permitirte vivirlo. Y la fantasía interior, el impulso primitivo, no es el amor, es el anti-amor.

El anti-amor no es la violencia ni el odio. El anti-amor no es lo contrario al amor. El anti-amor es lo único que se necesita para enamorarse de las cosas. También sos todo lo que anti-amas. Te cancelaron la naturaza de acción y el amor quedó reducido a un concepto. A un tipo que siempre perdura más que otro. Y los que ganan, los que terminan vivos, son los superhéroes. Los eternos. El que se jugó es el que murió. O el que no consiguió lo que realmente quería: quitarle el protagonismo al superhéroe. Porque el superhéroe no se lo merece, porque su locura, la de cazar locos, no es nada al lado de la locura que encumbran los que tuvieron la suficiente imaginación como para soñar con ser los detonantes del fin del mundo.
El superhéroe persigue villanos. Es el villano el que persigue al conejo a través del hoyo oscuro.

Por muy idiota, reducido, bizarro que sea, el villano siempre es lo único que da sensación de universo al superhéroe desde su anti-mundo. El mundo es el villano. El villano es el 3d. La clase de villano es lo que determina la clase de superhéroe. Los villanos son creados para dar fé de la naturaleza del superhéroe. El superhéroe es la meta-ficción por la que deciden morir. Los villanos sostienen a la locura en el umbral, no te permiten caer, se contraen entre dos realidades, evitando que dos realidades colisionen. Son los reales superhéroes. Pero te programaron para que el árbol te tape el bosque, para que te quedés con el encuadre reducido, haciendo foco en lo que dijeron que tenías que hacer foco.

En las películas de superhéroes hay, por supuesto, un superhéroe, por lo tanto es obvio que un villano va a morir, fracasar, no ser el mismo de un modo profundo. No te preocupa eso. No pensás en eso. Qué miserable es la vida. Nos están anunciando que alguien va a ser derrotado y vamos felices a ocupar nuestro lugar en las butacas, pochoclos bajo el brazo. Vamos a la fiesta, nunca al funeral. Decime si hay algo más miserable que eso.

Y atrás de todo, algo más tonto pero más real.

Es re épico irse tan solo del mundo. Es lo que le pasa siempre a los villanos.
A vos.
A mí.
A todos.
Tontos y reales.

*

Sin embargo es imposible romper el paradigma que sostiene la ilusión. Dicho paradigma es el romanticismo. Después del romanticismo las cosas sólo fueron mutando entre más o menos románticas. Es imposible no ver al superhéroe como el superhéroe porque nos equilibramos con nuestra anti-vida, y el villano será siempre villano, porque así de conservador es nuestro sentido: uno acontecerá bueno y otro será malo. Sin vueltas. El “sí” se nos hace sol y el “no” queda reducido a nuestro urbanismo espiritual: el “no” se hace acusación, ignorar, villa. Villa-no.

De un momento y para siempre, la división. Es mentira que podríamos salir de ese paradigma. Es uno de los pilares evolutivos de contaminación más intensa. Cambios enormes podrá sufrir el mundo, pero igual de seguro es también que muchas cosas ya no pueden extirparse, están demasiado ramificadas, ya se establecieron como parásito casi simbiótico.

Siempre vamos a creer que no somos el villano pero el superhéroe nos va a quedar grande. Esa negación a ser el villano, ese molde ya hecho carne, es lo que nos condiciona para poder movilizarnos en el eje y encontrarnos con ese algo que nos llama, el centro que te quiere donde tenés que estar, en el anti-amor. En el no-romanticismo, así te sentirías incapaz de recortar al superhéroe pero enfocarías al villano.

Que pase eso es tan imposible como imposible es afirmar que no pasa todo el tiempo. Lo importante es afirmar que no importa. Tenés que acostumbrarte a que nunca se va a ir y punto.

*

Los superhéroes son los nuevos dioses. Es la conquista religiosa que prosperó, desde su coerción invasiva, más pacificamente. Su violencia fue silenciosa, estratégica, fantasma, fue recordarte con el romanticismo más hermoso, que no sos ni podrás ser un dios. Nunca.

O al menos mientras estés vivo, andá a saber.

Porque la religión de los superhéroes no busca contradecir a ninguna religión, lo que la convierte en el objeto de construcción más rupestre y más complejo. Una meta-creencia en sí misma. El arte por excelencia. El único que logra mutar en otra forma. Es un cómic, pero ahora también puede ser una película. Y una película de superhéroes no es una película como un libro puede ser una película, no como ninguna cosa que podría ser otra cosa. Puede convertirse de verdad. El héroe, el concepto “héroe”, está evolucionando no sólo de frente moral sino que desde lo más orgánico. Se está convirtiendo en superhéroe. De existir un futuro, en ese futuro el concepto “héroe” será obsoleto. Se podrá estar más cerca de dios o dios podrá estar más cerca nuestro. De pasar que seamos dios o de pasar que dios sea nosotros, todo lo que conozcamos hasta ese momento será absorbido y dejará un vacío que quizás sea negro o quizás sea blanco. Un inicio o un final.

En la religión de los superhéroes, el villano es el mártir que logra, mediante su entrega, que el superhéroe pueda jugar a martirizarse. En las películas de superhéroes, esa mutación del huésped original que ya venía de mutación en mutación, el protagonista es el villano. Es el protagonista porque es toda la posibilidad de anti-amor: puede enamorarse de todo lo que no se enamora el superhéroe. Es el protagonista porque sin esa contratara uno no podría empatizar, de modo simple y directo, con las motivaciones con las que empatiza: las buenas. O: las “buenas”.

Un universal: las cosas buenas que hacemos todos los que vemos películas de superhéroes. O las cosas malas que hacemos para poder hacer las cosas buenas. Antes de saber si lo logramos, vamos a perder. Y ya sabemos quiénes pierden.

*

Villano. Negativo, ignorado. Películas que te representan pero cuyo papel estelar no podrías ocupar. Dios, primero, se hizo texto sagrado, hoy es taquilla. Vos no tenés la culpa ni podés hacer nada para evitarlo. Y, sin embargo, su reproducción depende de tu creencia en él, que es creer que vive en un universo donde hay personajes con planes de destrucción y aniquilación masiva.

Si los villanos fueran más como los villanos de las películas de superhéroes, los superhéroes saldrían a la luz.

De verdad.
Ya lo vas a ver. Y no vas a poder dejar de verlo.

Te guste o no, te vas a morir en la pantalla.

Villano.

Es tu condena.



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sábado, 31 de octubre de 2015

treehouseofhorror



ESPECIAL DE HALLOWEEN
(o: “arriba de mi casa (del árbol) con un rifle: Los Simpsons y las pesadillas del otro”)




Lo que más disfruté de Los Simpsons, siempre, fueron Las Casitas del Horror.
Incluso hoy, habiéndome aliado, luego de una feroz resistencia, a la línea de gente que argumenta que los amarillos “ya no son lo que eran, ya no son lo que eran”, sigo sin perderme esos especiales de Noche de Brujas y es entonces cuando tanto prejuicio acumulado parece evaporarse y me entrego a la visualización, quizás, con la misma algarabía con la que me entregaba de chico: esa soberbia del espectador póstumo, el que no juzga, el que disfruta lo que ve porque lo que está ahí ya tiene tu corazón entre sus manos y medio que estás jugado. El espectador póstumo está enamorado y punto. Le mienten en la cara, lo traicionan, le hacen guiños que no son para él. Y sin embargo sigue fiel, hermoso en su hidalguía, incluso más enamorado.

Luego, como todo en el amor, uno deja de creer en lo que, en definitiva, creó. A veces, la decepción deviene de otra arista: quizás descubrís que eso que creaste sabe que sos el creador y se sostiene de vos, con un vil artilugio de vampirismo que cuando te seca la sangre, cuando se vacían tus venas de sorpresa, te acerca un poco más al paradigma que se sucede por coherencia: el de crítico. Esa figura que todo aquel que aún sabe enamorarse (el que entendió que llegado ese punto sólo resta volver a creer en crear) siempre mantiene con un poco de culpa y vergüenza. Nadie está a la altura de hundir a sus primeros amores. Hacerlo es nefasto, es, en vistas de cómo nació todo, cómo nació el amor, estar negándose a si mismo.

Un espectador enamorado conserva en sí, le guste o no, un monumento al romanticismo más puro y esencial. A veces el monumento es abandonado, a veces se convierte en la tumba que recibe las flores más salvajes, a veces es un lindo lugar al que volver, una sombra que te cuida de tanto sol en tiempo presente. Pero está ahí, dentro de la demografía interna, sin dudas.

Como decía, Las Casitas del Horror siempre fueron, y son, mi cosa favorita de ese universo Springfield, sobre todo porque en esos especiales la serie sufría la transformación, le aullaba a la Luna, y su pretendido macrocosmos volvía a un manantial de reserva interna y se convertía en el micromundo que siempre había sido: un micromundo constituído con los valores más y menos nobles de esa vorágine llamada “cultura pop”. Si no eras seguidor de Los Simpsons no entendías el chiste detrás de que Flanders fuera el Diablo, por ejemplo. Los Simpsons mueren o sufren atroces transformaciones en Las Casitas del Horror: son universos alternativos cuyo drama está cargado en mirarte a los ojos, donde muchas veces no sólo se consume lo mismo que vos consumís, sino que todo es eso que vos consumiste. Ellos se relajan de una continuidad para revalorizar el conjunto de vulnerabilidades que los hicieron únicos y especiales (al punto de universales-vulnerables) en un primer momento.
No podemos imaginar un final para la que es la familia más famosa de toda una generación. Ellos tampoco. Pero nos regalaron un momento de sincericidio: “si todo termina, que sea yéndose al carajo”.

Punto aparte: ¿quiénes son “ellos”? ¿A quién me refiero con los “ellos” del “ellos tampoco”? Intento evocar al barro crudo de la empatía. Ese donde nos revolcamos todos, porque cuando terminás pensando en “ellos”, incluso en el “ellos” que nos traicionaron con esas cinco o seis últimas temporadas, es porque pensamos en un “nosotros”, donde, por dentro, nos subyugamos a un “yo”, el que puede decir, más allá de la empatía o no, que banca o no la incesante puesta en el aire de esos personajes que nos van a acompañar hasta el último de nuestros días, cuando, víctimas de un Alzheimer brutal, le digamos Bart a un hijo o cuando, elevados a la más preciosa de las iluminaciones, nos terminemos metiendo un crayón en la nariz, para despedirnos un poco más tontos, sin tanta mediocre contaminación racional.

Las Casitas del Horror siempre fueron un espacio de resistencia que entendió en el terror un lugar de escape definitivo. Y el terror llevado a la parodia giró sobre si mismo y el chiste funcionó, tanto como para descubrir que lo que más nos gustaba no era asustarnos, sino la idea de que una premisa simple derivara en consecuencias irreversibles. La segunda vuelta de tuerca fue que sí: todo era reversible. Lo que comenzaba como historias que los niños se cuentan y son escuchadas por un Homero que “imagina” todo,  termina siendo una trinchera donde, años tras años, sin justificación que quiebre el orden, puede suceder cualquier cosa.

Tres cosas a tener en cuenta: el título original de los episodios de Halloween de los Simpsons es “Treehouse of Horror”. “La Casita del Árbol del Horror”. Esto viene a colación porque cuando todo comienza (“Treehouse of Horror I”) el foco está puesto en Bart y Lisa contando historias en la referida casa del árbol. Los protagonistas de estás historias son los chicos. Los chicos son ese espectador enamorado del que ya se habló. Entonces, en las subsiguientes Casitas del Horror, ¿siempre estuvo implícita la idea de que visualizábamos a dos niños tratando de asustarse, jugando sin más, escondidos de sus padres? La narración como conductor se terminó abandonando, quizás ya dándose por sentada, en el “Treehouse of Horror IV”. 

Segundo: la primer Casita del Horror nos muestra a una Marge que, preocupada, rompe la cuarta pared y nos habla, diciéndonos que los niños deberían ser acostados para no visualizar lo que está por venir. Es la provocación perfecta, de manos de la madre perfecta. Madre que al final termina durmiendo junto al padre que, sugestionado por lo que acaban de contar sus hijos, luego de espiarlos, ve sus peores miedos vueltos realidad.  

  En otro par de ocasiones algún miembro de Los Simpsons intentó advertirnos de lo que veríamos… luego, la ficción se comió a la realidad de la ficción.

Por último: se hizo repetitiva en los especiales de Halloween  la secuencia inicial en la que podían verse lápidas cuyas inscripciones hacían alguna referencia cultural. En la primer Casita del Horror se ve la tumba de Paul McCartney, en honor a la famosa leyenda urbana del falso Paul. El chiste de las lápidas también fue abandonado, pero ya es tarde para que podamos escapar de entender que el cementerio falso que habita en las fantasías de Springfield es el mismo que tarde o temprano será hogar de aquella comunidad que llegamos a entender como propia, que nos creó mientras la creábamos, que luego creyó en nosotros mientras la descreíamos, que finalmente, cuchillo en la espalda, terminará descreyéndonos.

Quizás no exista mayor terror que el de observar nuestra propia eternidad víctima de nuestras propias pesadillas.

Feliz Casita del Horror para todos.



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