domingo, 8 de noviembre de 2015

villa-no

TÉSIS BREVE SOBRE LAS PELÍCULAS DE SUPERHÉROES
(o: “la única regla que aprendés es: los que parodian a dios, ganan; los que intentan imitarlo, mueren”)


¿No será que nuestra cultura, privada de imágenes optimistas de su propio futuro, se ha dirigido a la fuente primaria en busca de modelos utópicos? ¿No será que el superhéroe, con su capa y su traje ajustado, es en estos momentos la mejor representación de aquello en lo que podríamos convertirnos si nos empezásemos a sentir dignos de un mañana en el que nuestras mejores cualidades sean lo bastante fuertes como para superar los impulsos destructivos contra el proyecto humano?
Grant Morrison, Supergods.

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Los villanos mueren en el trascurso de la película. Vemos siempre la vida del villano. Lo que haga el superhéroe con su vida después de la película no nos importa. Está claro que el superhéroe no es el protagonista. Ahí tenés a un tipo intenso, genuino, lleno de sueños, muriendo por una causa. O desapareciendo o siendo ajusticiado, pero entendamos por perder, morir, porque nunca conquista el villano su meta y esa es la gracia principal de su existencia. Los fracasos de los villanos siempre son fracasos reales, porque no hay villano que no se haya encargado de elaborar un plan para luego hacer cualquier clase de locura para llevarlo a cabo… y resulta que no funcionó.

Las películas de superhéroes te están contando eso. Y te obligan a ver la cruda verdad: hay gente que va a festejar tu muerte. Las películas de superhéroes, contrario a lo que todos creen, tienen un mensaje más bien pesimista. Hablan de que todos van a ser considerados superhéroes cuando te maten, porque eso, en definitiva, es lo que quieren todos: no ser el próximo en morir, y cada segundo tuyo de vida es un segundo menos de vida en el otro.

Las películas de superhéroes son amargas, tristes, desalentadoras. Las películas de superhéroes hablan de villanos. Mientras compras cómics y toda una variedad de merchandising oscilando siempre entre la basura y la pieza de colección, creyendo que seguís siendo un tipo intenso, genuino, lleno de sueños, capaz de morir por una causa, cada vez que suspirás nostálgico, estás negando el impulso primitivo. Porque te tienen adormecido con películas de villanos que te dijeron que eran películas de superhéroes.

Y por eso ahora siempre tenés esos ataque tan lúcidos, esos tan típico de malo, para luego caer en el también típico boca suelta que termina deschavando su propio plan en lugar de meterle plomo a la cabeza de su enemigo. Te obligaron a correr el camino del anti-superhéroe. Te volvieron arquetipo de lo que sólo intuís como una fantasía interior, pero sin permitirte vivirlo. Y la fantasía interior, el impulso primitivo, no es el amor, es el anti-amor.

El anti-amor no es la violencia ni el odio. El anti-amor no es lo contrario al amor. El anti-amor es lo único que se necesita para enamorarse de las cosas. También sos todo lo que anti-amas. Te cancelaron la naturaza de acción y el amor quedó reducido a un concepto. A un tipo que siempre perdura más que otro. Y los que ganan, los que terminan vivos, son los superhéroes. Los eternos. El que se jugó es el que murió. O el que no consiguió lo que realmente quería: quitarle el protagonismo al superhéroe. Porque el superhéroe no se lo merece, porque su locura, la de cazar locos, no es nada al lado de la locura que encumbran los que tuvieron la suficiente imaginación como para soñar con ser los detonantes del fin del mundo.
El superhéroe persigue villanos. Es el villano el que persigue al conejo a través del hoyo oscuro.

Por muy idiota, reducido, bizarro que sea, el villano siempre es lo único que da sensación de universo al superhéroe desde su anti-mundo. El mundo es el villano. El villano es el 3d. La clase de villano es lo que determina la clase de superhéroe. Los villanos son creados para dar fé de la naturaleza del superhéroe. El superhéroe es la meta-ficción por la que deciden morir. Los villanos sostienen a la locura en el umbral, no te permiten caer, se contraen entre dos realidades, evitando que dos realidades colisionen. Son los reales superhéroes. Pero te programaron para que el árbol te tape el bosque, para que te quedés con el encuadre reducido, haciendo foco en lo que dijeron que tenías que hacer foco.

En las películas de superhéroes hay, por supuesto, un superhéroe, por lo tanto es obvio que un villano va a morir, fracasar, no ser el mismo de un modo profundo. No te preocupa eso. No pensás en eso. Qué miserable es la vida. Nos están anunciando que alguien va a ser derrotado y vamos felices a ocupar nuestro lugar en las butacas, pochoclos bajo el brazo. Vamos a la fiesta, nunca al funeral. Decime si hay algo más miserable que eso.

Y atrás de todo, algo más tonto pero más real.

Es re épico irse tan solo del mundo. Es lo que le pasa siempre a los villanos.
A vos.
A mí.
A todos.
Tontos y reales.

*

Sin embargo es imposible romper el paradigma que sostiene la ilusión. Dicho paradigma es el romanticismo. Después del romanticismo las cosas sólo fueron mutando entre más o menos románticas. Es imposible no ver al superhéroe como el superhéroe porque nos equilibramos con nuestra anti-vida, y el villano será siempre villano, porque así de conservador es nuestro sentido: uno acontecerá bueno y otro será malo. Sin vueltas. El “sí” se nos hace sol y el “no” queda reducido a nuestro urbanismo espiritual: el “no” se hace acusación, ignorar, villa. Villa-no.

De un momento y para siempre, la división. Es mentira que podríamos salir de ese paradigma. Es uno de los pilares evolutivos de contaminación más intensa. Cambios enormes podrá sufrir el mundo, pero igual de seguro es también que muchas cosas ya no pueden extirparse, están demasiado ramificadas, ya se establecieron como parásito casi simbiótico.

Siempre vamos a creer que no somos el villano pero el superhéroe nos va a quedar grande. Esa negación a ser el villano, ese molde ya hecho carne, es lo que nos condiciona para poder movilizarnos en el eje y encontrarnos con ese algo que nos llama, el centro que te quiere donde tenés que estar, en el anti-amor. En el no-romanticismo, así te sentirías incapaz de recortar al superhéroe pero enfocarías al villano.

Que pase eso es tan imposible como imposible es afirmar que no pasa todo el tiempo. Lo importante es afirmar que no importa. Tenés que acostumbrarte a que nunca se va a ir y punto.

*

Los superhéroes son los nuevos dioses. Es la conquista religiosa que prosperó, desde su coerción invasiva, más pacificamente. Su violencia fue silenciosa, estratégica, fantasma, fue recordarte con el romanticismo más hermoso, que no sos ni podrás ser un dios. Nunca.

O al menos mientras estés vivo, andá a saber.

Porque la religión de los superhéroes no busca contradecir a ninguna religión, lo que la convierte en el objeto de construcción más rupestre y más complejo. Una meta-creencia en sí misma. El arte por excelencia. El único que logra mutar en otra forma. Es un cómic, pero ahora también puede ser una película. Y una película de superhéroes no es una película como un libro puede ser una película, no como ninguna cosa que podría ser otra cosa. Puede convertirse de verdad. El héroe, el concepto “héroe”, está evolucionando no sólo de frente moral sino que desde lo más orgánico. Se está convirtiendo en superhéroe. De existir un futuro, en ese futuro el concepto “héroe” será obsoleto. Se podrá estar más cerca de dios o dios podrá estar más cerca nuestro. De pasar que seamos dios o de pasar que dios sea nosotros, todo lo que conozcamos hasta ese momento será absorbido y dejará un vacío que quizás sea negro o quizás sea blanco. Un inicio o un final.

En la religión de los superhéroes, el villano es el mártir que logra, mediante su entrega, que el superhéroe pueda jugar a martirizarse. En las películas de superhéroes, esa mutación del huésped original que ya venía de mutación en mutación, el protagonista es el villano. Es el protagonista porque es toda la posibilidad de anti-amor: puede enamorarse de todo lo que no se enamora el superhéroe. Es el protagonista porque sin esa contratara uno no podría empatizar, de modo simple y directo, con las motivaciones con las que empatiza: las buenas. O: las “buenas”.

Un universal: las cosas buenas que hacemos todos los que vemos películas de superhéroes. O las cosas malas que hacemos para poder hacer las cosas buenas. Antes de saber si lo logramos, vamos a perder. Y ya sabemos quiénes pierden.

*

Villano. Negativo, ignorado. Películas que te representan pero cuyo papel estelar no podrías ocupar. Dios, primero, se hizo texto sagrado, hoy es taquilla. Vos no tenés la culpa ni podés hacer nada para evitarlo. Y, sin embargo, su reproducción depende de tu creencia en él, que es creer que vive en un universo donde hay personajes con planes de destrucción y aniquilación masiva.

Si los villanos fueran más como los villanos de las películas de superhéroes, los superhéroes saldrían a la luz.

De verdad.
Ya lo vas a ver. Y no vas a poder dejar de verlo.

Te guste o no, te vas a morir en la pantalla.

Villano.

Es tu condena.



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