EL LADO OSCURO DE MI CABEZA
La voz de mi cabeza dijo que tenía una voz en
la cabeza.
Ese día me convertí en el psicólogo de la voz
de mi cabeza. Sin embargo, rápido nos perdimos en recovecos dialécticos donde
terminábamos rebotando en un loop insufrible. Cada vez con más insistencia
y frustración nos preguntábamos quién era el “yo” del que se estaba hablando.
Todo se estaba volviendo tedioso… entonces comprendí
que yo era una voz en la cabeza de mi cabeza. Quizás todo era parte de una gran
confusión. Me puse feliz por unos segundos… lo único que teníamos que hacer era eliminarnos, anularnos: empezar a ser iguales.
Nunca tuve tiempo de compartir mi revelación.
Justo en ese momento, por primera vez, escuché
a la voz de mi cabeza tartamudear. Estaba torpe, se reía de sus propios
chistes. Ni bien caí en la cuenta de que la voz de mi cabeza estaba borracha me
entregué al pronto impulso que se apoderó de mí: tenía que emborracharme
también. La pasamos bien, mejor que nunca.
Brindamos por nuestras fantásticas ideas.
A partir de entonces tenemos las resacas para
poder descansar el uno del otro, para poder ser objetivos y separarnos por unas
cuantas horas. Para conservar independencia y no estar tentados a mezclarnos.
Ahora, cuando nos vemos, lo disfrutamos más…
tenemos cosas nuevas para decirnos y nos hace bien extrañarnos.
Porque nacimos para estar juntos… pero no
tanto.
Sólo por unas copas, por el bien de ambos.
***
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