“EL AGENTE MULDER
CREE QUE NO ESTAMOS SOLOS” *
Lo siguiente está
inspirado en hechos reales documentados
*
¿Qué es una verdad? ¿qué es un mundo?
2 de Septiembre de 1995, Parroquia San José, 17
hs.
Tengo 10 años. Me compran una camisa y un
pantalón de vestir: voy a tomar la comunión. El ridículo me saca una sonrisa.
Quiero mostrarme chistoso al respecto pero no me funciona. Distingo que los
otros chicos que están en mi posición se lo toman en serio. Los que no se lo toman
en serio se lo toman tan para la joda que también me da algo de pudor. Siento
que no puedo empatizar con ninguno de los dos grupos. Me quedo callado. Luego
de que me dan la hostia a título “el cuerpo de Cristo”, vuelvo al banco y echo
una rápida mirada a mi alrededor. Mis compañeros, todos, están de rodillas, con
los ojos cerrados. Hago lo mismo. Trato de concentrarme, me esfuerzo por sentir
que algo de todo eso tiene alguna significancia. Tengo la hostia pegada al
paladar, me desespero. Creo que rezo. No quiero morirme atragantado o toser o
llamar la atención. Tengo miedo y una angustia fuerte en el pecho: estoy vacío
de fe.
Avellaneda, 21 hs.
Mis familiares están en casa. Mi familia no es
católica, pero mis viejos decidieron que un colegio privado podía darme una
mejor educación. Que el colegio sea religioso es un plus y nadie se opone. Como
desconocemos si hay algún ritual al respecto, se festeja i comunión como se
festeja todo lo que amerita una reunión para nosotros: asado, unas botellas de
vino y larga sobremesa. Se supone que soy el agasajado, pero hace rato que
estoy en una habitación contigua, frente a la televisión. Nadie parece notar mi
ausencia. Tampoco me preocupa hacer acto de presencia: no puedo despegar los
ojos de la pantalla. Están pasando un video que muestra la supuesta autopsia a
un extraterrestre que tuvo la desgracia de estrellarse en suelo terrestre.
Estoy fascinado. Sin poder evitarlo, imantado por lo que sucede, me acerco más
y más a la tele. En un momento, mis ojos y los ojos saltones de la criatura
casi se tocan.
Unas horas después, mi abuela, un poco pasada
de copas, se despide con un abrazo muy fuerte y me pregunta al oído si me
siento diferente ahora que me “encontré” con Jesús. Le digo que sí con un gesto
de la cabeza, pero es en otro cuerpo en el que estoy pensando. Llega la
epifanía: me doy cuenta de que empiezo a creer en algo.
*
El video en cuestión, claro, no es otro que el
que terminaría siendo el disparador para que toda una generación empezara a
sentir un furor incontrolable por la temática OVNI. Roswell, 1947. Un lugar y
una fecha. Un Génesis en todo su esplendor.
Creo, incluso, que Roswell fue el equivalente
al alcohol en la vida de quién se descubre de personalidad adictiva. “El
alcohol es la puerta de acceso a otras drogas”, te dicen. Lo mismo esa mítica
autopsia. Se presentó, iluminó a todos los que habíamos nacido alrededor de la
década del ochenta e iluminó el cielo de fantasía que el cine de aventuras
heredado nos había tejido como techo: ahora el techo podía estar en otro lado.
Podíamos pensar que todo era verdad… aún incluso con el cosquilleo de la farsa
moviéndose en el fondo de las entrañas. Somos un documental apócrifo, así de
paranoicos, así de cínicos, así de niños eternos. Todo se reduce a creer.
No me extraña haber encontrado en Mulder, en
Fox Mulder, a mi primer Mesías.
*
25 de Enero de 2016, Tandil, 6 hs.
Llegamos con mi novia a Tandil. Muy temprano.
Llueve. Hacemos tiempo tomando un café. Ella saca un libro, yo me siento
inquieto. Para no molestarla me levantó y salgo a dar una vuelta por la
terminal.
Compro un diario local y lo abro por la mitad,
justo en el suplemento “espectáculos”. Hay una foto vieja, viejísima, de Mulder
y Scully. Nunca David o Gillian. Mulder y Scully. Se me abre un agujero negro
en el pecho.
La nota dice: “hoy, a las 23 hs, se transmitirá
un capítulo estreno de la serie que en los 90s…”.
Hace unos cuantos años atrás hubiera recortado
la nota.
No sólo no lo hago, sino que me pregunto si hoy
alguien la recortaría. Creo que hoy nadie recorta y nadie lo hubiera hecho de
haber tenido la certeza de que internet estaba ahí afuera.
El agujero
negro en mi pecho crece un poco más. Me caigo. O me abduce.
Capaz que siempre pensé en Mulder pero no soy
más que Samantha, su hermana desaparecida, el misterio, la excusa para llevar
una vida de épica, martirio y autoboicot.
*
El fenómeno Roswell fue a mis diez años, de eso
estoy seguro. No estoy seguro cuándo fue que entraron los Expedientes X en el camino. Para reconstruir una aproximada
biografía puede decir que para cuando se estrenó la película, en agosto de 1998,
yo ya era fan de la serie. Compraba revistas, pósters, porquerías varias en el
Club del Cómic o Camelot y recortaba notas de los diarios que luego guardaba en una
carpeta. En la misma carpeta pero en un folio separado, siempre oculto al final
de todo, guardaba recortes de otra índole pero misma esencia: extrañas
apariciones de ganado muerto, leyendas urbanas de edificios embrujados, sectas,
asesinos seriales. Esa carpeta es el evangelio según yo, el evangelio según
Matías, hoy día extraviado. Algún día será redescubierto, andá a saber por
quién. Por quienes. Creo haber dejado un noble reflejo de mi niñez en ese folio
secreto: todo fue escalofríos.
A veces siento que sentirse tan extraterrestre
es hermoso. Y tengo ganas de llorar y aunque no estoy triste tampoco estoy
contento.
La primer película de los Expedientes X se llamó Fight to the future. Yo tenía casi 13. Y peleé contra el futuro con todas mis
fuerzas.
Revistas Conozca
Más, libros de Fabio Zerpa, caras horas en un ciber descargando información
en un diskette.
Peleé fuerte contra el futuro.
Hasta que terminé desmembrado en una camilla
fría.
Para seguir creyendo, en algún momento me tuve
que morir.
O fingir mi muerte.
*
Dos recuerdos muy claros: mi mejor amigo y la
primera vez que me enamoré.
Siempre me costó convencer a mi amigo: me costó
convencerlo, por ejemplo, de que la fábrica abandonada que había al lado de la
casa de mis viejos estaba embrujada. Le tuve que contar las historias que
recopilé en mi cuaderno de notas rojo. Le tuve que contar lo que decía mi
abuelo, lo que decían algunos vecinos, lo que decía papá, incluso, aunque ya
tendía a exagerar las cosas. Me volví
mejor escritor convenciendo a mi mejor amigo de cosas… y siempre valió la pena,
porque cuando mi mejor amigo cree, ya desde chico, cree de verdad, con
honestidad, sin dejar el cuerpo en la batalla, porque su patria es el alma. Si
cree, deja algo en serio. Con él vimos un OVNI una vez. En el patio de su casa.
Fuimos corriendo al taller que su papá tenía en el fondo de dicho patio y buscamos
unos largavistas. Salimos y miramos al cielo, esperando, quizás, que lo que
habíamos visto ya hubiera desaparecido. Pero no. Mi mejor amigo y yo vimos un
OVNI. Posta. A los 12, más o menos.
Me enamoré de la piba más insoportable de la
escuela. La forra que lloraba si se sacaba 9 en una prueba, porque siempre
quería ser 10, porque no sabía lo que era cultivar la humildad. Una conchuda
sin caretas. Me enamoré de ella porque compartíamos muchos gustos y podíamos
hablar hasta quedarnos afónicos, casi siempre en desacuerdo pero felices. Nos
volvimos muy buenos amigos. Ella también veía Expedientes X y era fanática. Digo “me enamoré” pero nunca tuve
ganas de darle un beso, por ejemplo. No era ese amor. O sí, pero hacía que no.
No sé. Los Expedientes X nos habían
vuelto histéricos. Mulder y Scully estaban destinados a amarse, estaban
destinados a envejecer y nunca formar una familia, estaban destinados a estar
enamorados platónicamente, para siempre.
Mi amiga era Scully, era fuerte y orgullosa, yo
era débil, caprichoso y ella creía en mí.
Yo grababa los capítulos en cassettes vírgenes.
Ella, semana tras semana, decía que sin Scully nada tendría sentido. Le
cuestionaba a la serie cosas que para mi eran incuestionables. Decía que
Mulder estaba re fuerte. Yo decía que Scully era hermosa. Todo así.
*
Con ella hablábamos poco de la fábrica. Algunas
tardes salíamos a la vereda y yo me embobaba mirando cómo las sombras ascendían
por las ventanas rotas. Ella, mientras, daba un discurso por algo.
*
Unos años después, mi mejor amigo se reía de mí
porque la chica de la que yo había estado enamorado tanto tiempo se declaraba
lesbiana. Así que ese beso que no le quise dar no se lo dí. No terminó de otro
modo. Al final del secundario dejamos de hablarnos. Fuimos más Mulder y Scully que
nunca. Fuimos un final alternativo para ese par de arquetipos que envolvieron
con delicadeza nuestra entrada en ese mundo donde a veces se te rompe un poco
el corazón sin que sepas mucho por qué.
Mi mejor amigo sigue siendo mi mejor amigo… y
hoy día creemos igual… Pienso muy a menudo, mientras tomo una cerveza en la
terraza, buscando en éste nuevo cielo a esa vieja nave que una vez nos saludó,
que somos tan diferentes porque creemos igual.
El caso de la fábrica abandonada quedó abierto
y sin resolución.
Cuando yo sea un fantasma voy a vacacionar ahí.
*
25 de Enero de 2016, Tandil, 16 hs.
Dejó de llover cerca del mediodía y para las
dos ya había salido un sol violento. Estamos en Monte Calvario, tirados sobre
una piedra, disfrutando del paisaje.
De pronto recuerdo algo: en uno de sus libros,
Fabio Zerpa decía que había lugares propensos a tener contacto OVNI, dado que
eran fuente de energía para que las naves pudieran seguir con sus exploraciones.
Nombraba muchos lugares de la geografía argentina, pero me acuerdo de dos en
concreto: Cerro Uritorco, Tandil. Yo ya viajé a Tandil en una ocasión, con el
colegio. Viaje cuando mi amiga ya me gustaba, cuando ya me gustaban los Expedientes X. Mi mejor amigo no viajó.
Me acuerdo de muchos chistes porque algo de un salamín y algo que hizo un
amigo. Me acuerdo que en determinado momento me puse muy dramático con las
cosas y extrañé mi habitación: leer, mirar una peli, sentirme dueño. En
el viaje que hice a Tandil de chico descubrí que me gustaba mucho estar solo.
Miro mi entorno: nada de esto lo recuerdo, pero
sé que ya lo ví. Increíble que dentro de unos años pueda pasarme lo mismo.
Se me ocurre una idea aterradora: quizás la
primera vez que vine a Tandil me secuestraron extraterrestres y recién acaban
de devolverme, inventando todo esta historia que yo llamo “mi pasado”.
Soy una mentira. Mis recuerdos, otra ficción. Y
seguro que si alguien los ve, no se los cree. Soy una mala mentira.
Tandil otra vez.
Expedientes X otra vez.
*
Después del estreno de Fight to the Future hubo una micro “epidemia X”. Mi carpeta de
recortes tuvo mucha entrada de material y engordó generosamente en esa época.
Todo ese agite fue el que me hizo conocer a un club de fans de la serie. Eran
un grupo de jóvenes que editaban una revista con notas sobre casos
paranormales, cuentos, info sobre series y libros y toda una larga lista de
hermosas nerdeadas de cuando no existía TBBT y toda esta lectura moderna del frikismo.
Ahí se editaba una revista para gente que se comunicaba vía correo, escribiéndose
cartas. Era una zarpada base de operaciones que te brindaba información que era
muy difícil de conseguir en esos momentos. Y con la guita que juntaban
organizaban movidas para traer episodios de los Expedientes X que aún no se habían visto en el país.
Capaz también suceda que siento tanto orgullo
por esa revista porque fue la primera en publicar algo mío. Fue una
nota sobre Stephen King. La firmé con un pseudónimo que hoy no recuerdo. Lo que
sí recuerdo es que sentí algo muy lindo cuando me vi entre todas esas páginas
tan pero tan especiales para mí.
Sentí que podía hacer lo que quería.
Descubrí que ser Mulder también significaba
trabajar duro. No podía ser sólo una pose.
Nunca paré de escribir. Ya escribía de antes,
claro. Pero la confirmación la vivencié en ese momento.
*
Soy daltónico. No sé cómo afecta eso a mi vida
porque no sé cómo es no ser daltónico.
Mi viejo y mi tío son daltónicos, pero no hacemos
chistes al respecto. Es algo bastante poco interesante ser daltónico. Sólo que
en un capítulo de los Expedientes X,
Mulder dice ser daltónico. Me caí rendido a los pies de toda la evidencia. Lo
que estaba pasando era tan grande que ni miré la puerta de mi habitación para
ver si mi vieja estaba por entrar. Sólo agradecí el milagro. Con todas las
fuerzas de mi estúpido espíritu.
Todo, siempre, va a hablar de mí.
*
25 de Enero de 2016, Tandil, 21 hs.
Estamos cansados. Ya pasamos por el hotel y nos
dimos un baño. Yo dije: “salgamos a comer temprano, hay que volver antes de las
once…”.
Paramos en un bar. Le estoy
hablando a mi novia, a la chica que me gusta. Le hablo de una serie que
significó un montón de cosas, incluso un amor sin conclusión. Le hablo de
Mulder y Scully, le cuento los finales que no conoce, me cuenta lo que piensa
de los personajes, las cosas que percibió habiendo visto sólo las primeras
temporadas de la serie. Nos reímos. Mi mejor amigo quedó a cargo de cuidarnos
la casa mientras estamos de viaje. Me escribe: “todo está bien”.
Mulder y Scully no son lo mismo para mí que
para mi novia. No son lo mismo para mí que para mi mejor amigo.
¿Por qué me esfuerzo yo, entonces, por ser sólo
uno?
¿Por qué?
Pagamos, salimos volando al hotel.
Pasamos por una estación de servicio. Mi novia
compra helado y yo me compro cigarros, a pesar de que no suelo comprar
cigarros.
No puedo más de la ansiedad.
*
SPOILER
El único spoiler que me fumé sobre el regreso
de los Expedientes X fue que el
primer episodio de la nueva temporada terminada con El Hombre que Fuma. Un
villano viejo. Ahora entiendo que Mulder es el adolescente al que El Hombre que
Fuma extraña… por eso lo incentiva, lo incita, lo castiga con perversión. Fox
Mulder es la historia del Hombre que Fuma cuando empezó. Los Expedientes X se convertirían, entonces,
en un flashback, en una visión apócrifa sobre el devenir y el existir de una
insignificante criatura que sólo quiere una cosa. Creer.
El villano, ahí viejo, muy malo, muriéndose de
cáncer. Eso es la vida.
Y vos
mirando, con lágrimas en los ojos y un pucho quemándose entre tus dedos.
*
Pequé, pequé porque a veces fui sólo cínico,
sin equilibrar la balanza, me creí todo sin estar sospechando, o todo lo
contrario, pero no estuve a la altura de sentirme orgulloso de mí, me maté a
pajas, sí, porque mi viejo era peluquero y tenía muchos almanaques de mujeres
desnudas. Me maté a pajas mal, pero Mulder lo hacía también, y en la segunda
película tenía la barba tan larga como yo ahora. ¿Se sigue pajeando? Mulder tenía
una colección de revistas eróticas, yo de almanaques. Mientras más comprendo lo
miserable del ser humano, más lo veo reflejado al infinito. Y no hay culpa en
eso.
*
Con mi mejor amigo estuvimos en el Fantabaires
del 99. Para muchos fue uno de los mejores eventos de esas características. Me
compré muchas cosas en ese lugar, volví con muchos de mis primeros tesoros. Mi
favorito: una foto-tarjeta de Scully (sí, para mí era Scully, ya dije que nunca
voy a decirle Gillian Anderson) en una cama, con ropa interior negra, en plan
sexy. Nunca me hice una paja con esa foto. Era demasiado especial. No podía
googlear cualquier fantasía que se me cruzara por la cabeza, como ahora.
*
25 de Enero de 2016, Tandil, 23 hs.
Mulder y Scully están lidiando con un anti héroe
de Youtube: un periodista conspiranoico de dudosa moral. Están en un mundo
donde hay más información de mentira que información de verdad. Son mis viejos
héroes. En nuevas aventuras. Los subestimo, como uno siempre subestima a lo que
de pronto dejó de ser joven para ser viejo. Sin embargo, me doy cuenta de que
hay algo ahí que se resiste a ser plano. Algo de toda esa historia es demasiado
real. Tiene dimensión. A los Expedientes
X les permito ser clásicos. Es la gran diferencia por sobre todo: a esa
serie le permito ser teatral, esa serie ya resumió demasiado.
Mulder dice que en el mundo moderno su vida es un chiste.
*
Algún lugar, un pensamiento.
Estoy secuestrado.
Secuestrado por humanos. Me están abriendo a la mitad. Sacan todo lo que tengo
adentro. Lo que tengo adentro es muy descriptivo, pero no significa nada.
¿Quién sos?, es la pregunta que le haría a cualquiera. ¿Qué querés?
¿Qué esperás?
No sé a dónde estoy.
*
Ahora me dicen los Expedientes X que esto es una ficción sobre Roswell, que Roswell
siempre fue una trampa. Es un buen giro, es clásico, es bello. Mi yo de diez
años no hubiera soportado tanta épica. Somos más grandes de lo que nos
pensamos.
Hace poco, mi mejor amigo me dijo que la trampa
por excelencia es la nostalgia. Me dijo que la nostalgia es un lugar seguro. Es
una ilusión. “Hay que desconfiar de la nostalgia”.
Creo que tiene razón. Creo que sonó tan Mulder por las palabras que eligió.
Prendo otro cigarro antes de acostarme.
*
Roswell, 1947
Tandil, 2016
Aparecen los Expedientes X, vienen del futuro. Empiezan a generar la ficción de
la que se alimentará el fenómeno que dará por resultado la realidad. La
realidad es la conspiración.
Soy un ser libre.
Me despierto y no puedo volver a dormirme. Los primeros
minutos me desoriento: ésta no es mi cama, estoy lejos de casa.
Después me calmo.
Capaz estoy un poco triste porque terminé
entendiendo, hoy, con la vuelta de la serie, que hay algo intrínsecamente
triste en Mulder y Scully. Ahora los amo más que nunca. Amar así siempre pone
triste.
Una nave extraterrestre rompió nuestra burbuja.
Quiero decir, ¿existe dios?
Y si es así… ¿de qué planeta viene?
¿es una trampa?
¿Y yo?
No estamos solos: el afuera
está en la verdad, esa que no deja de morderse la cola.
(*Dana
Scully, al final del episodio piloto)