sábado, 10 de septiembre de 2016

señorita muerte

VILLA FALLECER 




Hace un rato vi un video en el que un tipo se muere de verdad. No me impactó la muerte en sí. Me impactó saber que los que yo había visto habían sido los últimos segundos de vida de ese tipo. Segundos estúpidos, carentes de visiones, carentes de una despedida con trompetas de ángeles rubios saludando. Segundos que podrían haber sido otros segundos. ¿O no? Miré el video en el que un tipo se muere más de seis veces, muy a mi pesar. Juró que lo sufrí una vez más que la otra. No es morbo. No es masoquismo. Me dolió. Murió mi estupidez con cada nueva reproducción. Cada vez que el estúpido muere estamos más cerca de la muerte. Yo, hoy, avancé un montón de casilleros. Sí, ya había visto muertes reales en la web. Hoy sentí la muerte de un desconocido con una fuerza avasalladora. Como nunca. Me hice mal a mi mismo mirando eso. Seis veces. La muerte idiota. La muerte como maldición, nunca como recompensa. La muerte que viene y a la que no le importa si ese día ya había pasado otra cosa importante. Porque no sos importante. ¿Sabés qué son las efemérides? Nuestro manotazo de ahogado. Un segundo y estás muerto. Muerto en un calendario. Muerto en un ciclo. Vas a morir y va a pasar un día después de tu muerte… después van a pasar dos o tres semanas. Después nadie va a medir el tiempo en relación a tu muerte. Vas a ser un video tonto con no sé cuántas miles de reproducciones. Asimilación. Registro monótono de la ausencia de épica. Es como un: “a veces no morís, a veces sí”. Ni siquiera es tan dramático. Porque el problema no es la vida. Mucho menos la muerte. Tu muerte no es nada. En el mejor de los casos, una efeméride, una foto que sobrevive. El problema es la conciencia, la sabiduría adquirida de que lo transcurrido siempre es tiempo, que eso se gasta de modo inexorable, que por eso hay que tratar de sacarle algún rédito, porque sucederá, queramos o no. La idea es clara y perturbadora: si quiero que mi muerte quede grabada me conviene tener siempre una cámara prendida. Se trata de eso. De morir de mentira hasta que suceda de verdad. De morir en una pantalla. Capaz para eso grabamos todo. Para que algún día quede registro de todo, para que un día selfies, informes berretas de noticieros berretas, videos de youtube, estados de facebook, tweets, desayunos de instagram y todo lo demás generen un espejo rotundo de la realidad en toda su complejidad y nos quedemos congelados en la milésima de existencia en el que todo permanece vivo: nos hagamos, sin vueltas, pura ficción. Eternos, como una peli… Eso: capaz que algún día todos contemos la misma peli. La vida del Planeta Tierra. En una foto. Como si en vez de un mundo fuéramos un barrio chiquito. Un mapa. Las líneas de la mano del Universo. Un futuro. Villa Fallecer. Una pausa sin muertes.
Una muerte en pausa.


El resto es… ¡ACCIÓN!




sábado, 3 de septiembre de 2016

(e-[go)ogle]

GOOGLEARSE


*

"...el talento es una cosa extraña, y tiene una manera discreta pero firme de anunciarse cuando llega el momento. Igual que ciertas drogas adictivas, se presenta como un amigo mucho antes de que uno se dé cuenta de que es un tirano." 
Revival, S.K.


*

Despertarse:

-Me parece que estás un poco susceptible…
-Nada que ver… ¿por qué lo decís? ¿se nota mucho? ¿vos te pensás que para mí es fácil?


La vida:

Descubrí que los audios de whatsapp se pueden borrar antes de ser enviados y ahora me equivoco un montón cuando grabo mensajes.
Antes me salía fluido y bien.
Ahora dudo.
Definitivamente no me hace bien que me digan que me puedo equivocar.  

La existencialidad al palo:

Si mañana desaparecés… ¿con qué foto tuya te gustaría que te busquen en los palos de luz?

Irse a dormir:

-Vos te sentís solo porque querés…
-¡No puede ser que no me digas nada!
-Te estoy diciendo que…
-En serio, ¡NO PUEDE SER QUE NO ME DIGAS NADA!


*

ESTÚPIDAS Y SENSUALES IDEAS

Una vez le toqué el culo a una idea y cuando me quiso mirar a los ojos me fui al mazo.
Sí.
A veces me pasé de atrevido y no me pude hacer cargo de lo que se podía venir.
Me encararon mal y arrugué.
Hubo ideas que hasta me hicieron retroceder, al tiempo que se mordían los labios y me insinuaban que si mi intención era jugar estaban más que dispuestas a jugar.
Muchas veces me fui corriendo a mi cama matrimonial. La cama matrimonial que todos tejemos con la lógica interna. Muchas veces pasé la noche asustado por haber probado la locura. Muchas veces pasé la noche entera mirando el techo por haber ansiado el sexo de las sirenas.
Otras veces me trajeron hasta acá.
Creo que mi historia de amor es con la realidad.
Es lo único que tengo.
Nos odiamos.
Yo desobedezco en cualquier bar.
Ella se entrega a todos.
Nada asegura que lleguemos juntos al final de los días.

*

Ayer me busqué en Google.
Encontré cosas mías.
Eso no me hizo sentir muy bien.
Bah. Ni muy bien ni muy mal.
No me parece raro que si buscás mi nombre aparezcan cosas mías.
Cosas mías y un hotel que se llama “Oniria”
pero que no es mío y no sé dónde queda.
Tengo perfiles en redes sociales.
Tengo un blog activo.
Tengo un par de blogs que cerré hace tiempo.
Me hice una vida en esa nube de mentira.
Tejí mi inmortalidad.
Ya me aseguré que cuando se escriba mi nombre salgan artículos
cuentos
páginas de cine
fotos de conejos
cosas raras que no recuerdo haber escrito.
Lo que me falta ahora es lo de siempre:
descubrir por qué alguien querría saber
quién era yo
después de que yo esté muerto.

O capaz sólo me transformé en un estorbo
para aquellos que busquen hospedaje
en un hotel
en no sé dónde
para escapar de la rutina.


***